Los medios de comunicación recibimos, casi a diario, en los correos electrónicos de las redacciones estudios sobre casi todo y la mayoría son de lo más curioso. El penúltimo que entró en mi correo lo hizo ayer, festivo regional por la gracia de Toledo que muchos albacetenses aprovecharon para viajar a las playas de su comunidad murciana de nacimiento, y lleva por título que «el 90% de las mujeres encuestadas afirma jugar a videojuegos», con el añadido de que suponen la mitad de la población jugadora. 
Antes de leer tan interesante asunto, fumaba un cigarro en la puerta de mi centro de trabajo, con la alegría de que los restos de la caca de perro, tipo pan casero que un can depositó dos días antes y su dueño no limpió, ya habían desaparecido. Pensé en el asunto, del que ya escribí en octubre de 2016 con el titular de El medio tonto, en el que comparaba a quienes dejan las 'cacaslapa' en las aceras con el que se confesó al cura de su pueblo de que era medio tondo porque quitaba los haces de la era del vecino y los llevaba a la suya. El sacerdote le dijo que lo hiciese al revés y el hombre le contestó que eso sería ser tonto del todo.
Pues eso, que hay demasiados medio tontos o listos, según se mire, lo que me anima, en consonancia con los múltiples y variados estudios que se hacen, a realizar uno sobre la materia, buscando el perfil de quiénes son los que menos cacas de perro pisan. Creo que son los tímidos, por aquello de que la mayoría camina mirando hacia el suelo, pero tengo que confirmarlo con mi trabajo, salvo que a los dueños incívicos que dejan las cacas en las aceras les dé por recogerlas.