La salida de pata de banco de Iñigo Errejón sobre la Fiesta de los toros demuestra que su «buenismo» no es más que una careta, y que está dispuesto a esperar zigzagueando lo que haga falta para implantar su dictadura de pensamiento a los españoles por poco que estos se dejen. Solo se diferencia de Pablo Iglesias en que este es un aspirante a burgués que se impacienta mientras él no tiene tanta prisa. Pero son las dos caras de la misma moneda.
Los aficionados a los toros no queremos que nos televisen las corridas de toros en blanco y negro, sino en color y si pudiera ser en relieve. No tenemos el reloj de la Historia parado, sin embargo usted, señor Errejón, sí que parece desear que los españoles volviéramos a enfrentarnos, reeditando épocas afortunadamente lejanas y superadas por un proceso democrático gracias al cual hoy, para llegar al poder, hay que ganar unas elecciones. Si usted ve España en blanco y negro, hágaselo mirar…
 Su ironía respecto a la cerrazón mental de los aficionados a la Fiesta Brava es muy posible que tenga su inspiración en la imagen que le devuelve de sí mismo el espejo cuando se contempla en él para atusarse el flequillo. Pero no debe olvidar antes de motejar de retrógrados a los aficionados, que al fin y al cabo la tauromaquia es arte y cultura. De todos modos es de agradecer que haya enseñado usted su auténtico rostro cuando se ha visto con un gramo de poder. Los aficionados a los toros le estamos muy reconocidos porque ahora la va a ser muy difícil engañarnos, ya que su reacción no da pie para creer en su intención de mover un músculo en beneficio de algo que no sea su ambicion de poder, aunque sea quitando de en medio a quien le lanzó a la palestra política de la cual vive tan ricamente…