Paco Mora

Paco Mora


Vocación de eternidad

11/07/2020

Así como el trabajo prolongado en la mina puede acarrear enfermedades que van erosionando la salud de los mineros, el ejercicio de la política como profesión de por vida debería afectar negativamente el organismo de esos políticos que, cuando meten la cabeza en un cargo de responsabilidad quedan pegados a él, y es tanta su «vocación» que, aunque con el tiempo se vean obligados a sustituirlo por otro de inferior categoría, «ellos siguen» como el Felipito Tacatúm de la tele. Digamos que son auténticos casos de vocación de eternidad. Los que ven en la política, no un medio para servir sino para servirse. Y hay muchos, muchísimos, demasiados...
Conozco individuos que, en la pubertad, sin haber estrenado siquiera su cuerpo serrano en ninguna clase de trabajo remunerado, ingresaron como concejales en ayuntamientos, incluso de escaso censo, y fueron saltando toda su vida de un cargo a otro hasta la jubilación, de tal modo que jamás devengaron un sueldo que no fuera municipal. Algunos, más hábiles y ambiciosos, consiguieron incluso saltar a los escalafones superiores de la política y hacerse con una Dirección General, una Secretaría e incluso con un Ministerio. Son las termitas de la política, que están dispuestos a todo por continuar en el machito mande quien mande, y su única vocación es vivir del presupuesto. Son gente sin ideas. Solo buscan vivir del momio sine die.
Si el ejercicio de la política produjera silicosis como el trabajo de la mina, es probable que los políticos «vocacionales» como ellos creen ser, se conformaran con un paso discreto por la política y no lucharan como gato panza arriba por eternizarse en un cargo, empleando las mil y una triquiñuelas que los convierten en seres absurdos y deshumanizados.