Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Chapuza de simulacro

13/05/2022

Si querían que lo de Andalucía fuera un simulacro para repetirlo en otras comunidades o en el conjunto de España, a la ultraizquierda la jugada no le ha podido salir peor. Es lo que tiene trasladar la asamblea universitaria a la esfera de la realidad. Y la historia se repite con los puñales que se suelen tener guardados para rendir cuentas con los propios.
Podemos no llegó a tiempo porque estaban a otra cosa. Hablan de pluralidad cuando lo único que les importa es el reparto de poder. A mes y medio vista de las autonómicas andaluzas, pelearon hasta el último cargo del organismo público más recóndito en el que se pueda rascar un sueldo. Tan entretenidos estaban que se les fue la hora. La chapuza no ha quedado ahí. Lo último es que la marca Por Andalucía ya estaba registrada en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Los afectados se han apresurado a señalar que no existe ninguna incompatibilidad, porque el tráfico mercantil y el de las marcas comerciales se mueve en un ámbito diferente al de las coaliciones o partidos políticos. Pero si al señor que registró la marca en Benalmádena, Carlos Ortiz Pérez, le da por plantar batalla y presenta denuncia, se quedan compuestos y sin nombre. Ridículo monumental. No son capaces de tramitar una coalición, no parece que estén preparados para gobernar, aunque si el PSOE andaluz tuviera que recurrir a ellos, lo haría sin sonrojo. Hay colchones que son capaces de reconducir el sueño con tal de llegar al poder y permanecer en él. Bien lo sabe Pedro Sánchez.
En Castilla-La Mancha estamos a un año justo para las elecciones autonómicas y lo que menos importa es quién va a ser el candidato de Podemos o si se presentarán en coalición con eso que a Sánchez le gusta llamar «el espacio de Yolanda Díaz». En su primera legislatura, Page asumió el siempre complicado Gobierno de coalición como un reto para borrar del mapa a Podemos y a aquellos con los que se quisieran coaligar en un futuro. Ocurrió también en muchos ayuntamientos en los que gobernaron juntos.
En un año pueden cambiar muchas cosas, pero el escenario electoral que se vislumbra en la región no es el de 2019, cuando Page consiguió una sólida mayoría absoluta ante el candidato del PP, Paco Núñez, que, salvo en Almansa y en el conjunto de la provincia de Albacete, era un gran desconocido para los votantes de la región. La situación se parece más a la de 2015, aunque con matices evidentes. El PSOE se presenta como el único partido de la izquierda capaz de obtener representación y solo gobernará si repite la mayoría absoluta. Ni habrá Podemos que le sirva de bisagra ni mucho menos Ciudadanos, al que abrazó en los ayuntamientos de Ciudad Real, Albacete y Guadalajara en un claro intento de desgastar un proyecto que ha terminado suicidándose sin necesidad de que acabaran con él.
El panorama se acerca más al de 2015 porque, justo en el otro extremo, ha surgido un actor que aún no ha tocado techo. Poco importa quién va presentar Vox de candidato. La prueba está en Castilla y León, donde se sacaron de la chistera un líder que no conocía absolutamente nadie y reventó las encuestas con 13 diputados. Es lo que tiene una marca al alza frente a un producto devaluado, que da igual a quién presentes. Ahí está ahora mismo la encrucijada. Si la fuerza de los dos partidos de la derecha será capaz de ganar a Page, que juega con la ventaja que le da la maquinaria del poder, pero con el desgaste propio de dos legislaturas seguidas.