Elena Serrallé

Elena Serrallé


Más libros y menos pantallas

06/01/2021

Fieles a su cita, sus majestades de oriente han cumplido su misión visitando los hogares familiares. Cansados pero con la satisfacción del deber cumplido antes de volver a casa han tenido tiempo de publicar un tweet con el siguiente tenor literal «nos haría muy felices repartir más libros y menos pantallas». ¡Qué sabios son!  
La sociedad habrá avanzado y mucho el día que los niños no pongan cara de póker cuando descubran que dentro del envoltorio de la ilusión se esconde un libro. Ese día habremos ganado. 
Los padres somos expertos en quejarnos de que nuestros hijos no colocan la lectura en su escala de prioridades de ocio sin ser conscientes de que si lo hacemos mientras portamos un móvil como la prolongación de nuestra mano, poco o ningún efecto va a surtir nuestra reivindicación. Las órdenes, los consejos, las palabras en definitiva, estarán huecas si nos las acompañamos de espejos, porque aquellas resbalarán por sus mentes menudas, pero si las reflejamos en nuestro ejemplo, entonces germinarán en ellas. Muchas veces no escuchan, pero lo que no dejan de hacer esos pequeñas personas es observar, nos miran todo el rato sin que apenas seamos conscientes de la carga educacional que les transmitimos con nuestro comportamiento. 
Cada vez que se abre un libro muere el ostracismo, nace la aventura, comienza un viaje, se esfuma el mal humor y nuestro cerebro baila la melodía de la imaginación. Un libro es la llave de la libertad.
No hay mejor fotografía que la de un niño leyendo sin saber que es observado.