Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Nochevieja con ómicron

30/12/2021

Son tantos los confinados por la ómicron que las macrofiestas de Nochevieja se suspenderán o disolverán solas. La pandemia se ha generalizado y ha llegado hasta la vecina del quinto. Y cuando en España llegan las cosas hasta la vecina del quinto, hay que echarse a temblar. Primero por un sopicaldo y subirle algo; y después, por avise usted, bonita, a ver si le va a pasar algo y no nos vamos a enterar. La pandemia confraterniza, pues te hablas hasta con vecinos que ni sabías de su existencia. Yo, de propósito de Año Nuevo, ya he dicho que tengo que aprenderme los nombres de todos los de la escalera. A veces, tiene que llegar un virus para volver a empezar de nuevo.
Dicen los expertos que tanta ómicron puede ser el final de la pandemia, pues tantos la cogerán que llegaremos de forma definitiva a la inmunidad completa. Por otra parte, se advierte de la mayor levedad de la variante y su asimilación a un catarro o constipado común. Las comunidades ya han hecho sus cuentas y plantean rebajar a cinco los días de aislamiento, en línea con lo que ya se propone en Estados Unidos. La buena noticia es que en Sudáfrica, donde se originó toda esta última parte, igual que subieron los contagios, bajan de forma exponencial. Un respiro para todos, que no nos llega la camisa al cuello.
Los políticos han optado este viaje por seguir la estela de Ayuso y no hacer nada que pudiera verse como prohibición o puertas al mar. Solo en esto habrá que colegir el influjo de la política madrileña al extrarradio, lo cual ya denota la importancia de lo conseguido por la presidenta vecina. Nadie mueve un músculo, Sánchez el primero, esperando que esto pase y se vuelva como ha venido. Él ya ha aprobado sus presupuestos y ahora es pareja del año con Yolanda Díaz, la Papisa Yoli que ha revolucionado el avispero y se ha puesto en plan reina de la colmena. Ahora falta por definir a los zánganos y las obreras, porque está claro que la reina es ella. Porque yo lo valgo. Y su melena, claro.
A mis amigos los médicos ni los llamo este fin de año porque miedo me da que cojan el teléfono y se echen a llorar. Creo que es tanto el atasco de PCRs y antígenos, que ya dan número como en la carnicería. Un amigo mío me contó el otro día que se dejó el dedo en el teléfono y que, en lugar de pedir cita para el de cabecera, terminó pidiéndola para trauma. Hemos hecho un Estado de Bienestar a prueba de pandemias, pero se nos acaba la leña y ya no hay mucho más que arda. Faltan médicos, pero tampoco se contratan porque no hay. Se van, se esfuman, huyen a otros lugares con mejores sueldos y mayor reconocimiento. Para 2022 tampoco sería mal propósito hacer una liposucción de instituciones. Nos ahorraríamos cargos, cargas, sueldos y jetas. Pero no sé yo si esto tendría algún futuro.
En definitiva, va a ser una Nochevieja de aislamiento y contricción. Los que daban por finiquitada la pandemia, ya podrán estar contentos. Rappel no los ganaría ni a la carta más alta. La euforia ha jugado una mala pasada a muchos de nuestros políticos. En su lugar, el ciudadano ha puesto sentido común y ha cancelado lo prescindible. No hay como saber lo verdadero y conocerlo para tomar las medidas adecuadas. Autogestión, en definitiva. Por eso digo que sobra la mitad de los cargos. Porque todo lo que no sea resolutivo, termina siendo una carga. ¡Feliz 2022!