Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Delito de seducción

03/11/2022

Lo escuché como error o acto fallido en la radio, pero pensé que el locutor igual tenía razón. Decía que el PSOE y Esquerra Republicana iban a pactar la rebaja del delito de seducción, en lugar de sedición. Mucho más conveniente y necesario para este país que lo otro, dónde va a parar. De hecho, si así lo hicieran conseguirían el voto de miles de indecisos que están todavía porque alguien los seduzca de cara a las próximas elecciones. Y es que de la sedición a la seducción solo hay un par de letras, pero una misma raíz latina, que hace referencia al movimiento. En el primero de los casos, con evocaciones de separación o alejamiento; y en el segundo, con la raíz latina ducere, que alude a la conducción en un sentido determinado. Casi las mismas letras y opuesto significado, pero así es la vida. Como dijo Cela, no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo. Lo que va de un participio a un gerundio.
El caso es que el delito de seducción no existe, pero alguien podría elevarlo a categoría de tal. Y ciertamente, algo mejor nos iría si la seducción fuera más cultivada por nuestros representantes políticos y empresariales. Ahora la orden es hacer las cosas porque sí, porque lo manda la masa, lo dice la prole, lo abuchea el público. Se ha perdido el sentido crítico y ceremonial de la palabra y el discurso no escrito. Ahora la mayoría de nuestros políticos no hablan, berrean. Y, sin embargo, nada hay más interesante que una palabra dúctil, acabada, sincera, que te lleve y te meza en una sugestión o idea. Aquello que siempre hicimos los feos para ligar y llevarnos la chica al huerto. Hoy los electores vienen del suelo como las lechugas y, al igual que los elegidos, no necesitan demasiado para seguir un caudillo con ínfulas. La agrafía nos ha traído hasta aquí.
Mucho más efectivo hubiera sido que Pedro Sánchez hubiese seducido a Feijóo para que no le trajera cuenta levantarse de la mesa. Pero Pedro, un seductor nato de poliespán, consideró que era conveniente seguir encamado con la Esquerra en lugar de los peperos. Y así se rompió el amor, no de tanto usarlo, que no hubo tal, sino precisamente de no utilizarlo. La seducción brilla por su ausencia y aquí los únicos ojos que se ponen son los de Bildu y Rufián a Sánchez, por más que luego se hagan las damiselas ofendidas. Nunca el separatismo estuvo tan a gusto con un presidente del Gobierno.
Van a bajar el delito de sedición al tiempo que suben las lisonjas y prebendas a los indepes. Maltrate y veje usted a España que tendrá su recompensa. Es ese el mensaje encriptado que nos manda el Gobierno de la nación al resto de los españoles. La única seducción que aquí se trabaja todos los días es la del Gobierno con los separatas, a los que colma de regalos y atenciones. Nadie se ha preguntado de dónde saca Puigdemont todo el dinero para llevar un lustro fuera de casa y seguir con trajes fabulosos y gastando a todo tren. Porque vamos, yo marcho de mi casa, el hogar y el trabajo y no tengo más que para una semana; si llega y fiando en el bar de la esquina. La seducción se ha utilizado aquí de manera invertida, a palos, martillazos, jodiendo a la España débil y dándole todo lo que querían a quienes renegaban de ella. Esto sería como sado, en lugar de seducción.
La última obra de seducción fina que hizo este país fue la Transición Española y ahora, su último protagonista vivo se marchita en el exilio como un apestado. De tanto seducir, sedujo a quien no debía y caro está pagando por ello. El único delito de seducción que se ha imputado en este país.