José Juan Morcillo

José Juan Morcillo


Agarra la caca

06/01/2021

Este año han sido ciento noventa páginas las que ha necesitado el departamento de Irene Montero, dentro del ministerio de Igual Da, para volver a denunciar que las niñas españolas son «víctimas de una opresión sexista» perpetrada por el sector de la juguetería a través de sus campañas publicitarias. Ciento noventa páginas -que nos han costado a todos los españoles algo más de diecisiete mil euros- para repetir con un aplomo de pitonisa que el color rosa estigmatiza a las niñas y para afirmar con una convicción cuanto menos desconcertante que eslóganes como Pequeños artistas o Toda una vida jugando juntos son lingüísticamente machistas.
La estupidez es una lluvia diaria, fina y casi imperceptible, para la que no usamos paraguas, pero que termina encharcándolo todo. Ya que a muchos ciudadanos, filólogos y columnistas no se nos hace ya ni puñetero caso, habría que rogar a la sensatez que aún merodea por el Ministerio de Educación que recuerde a la insensatez que inunda el de Igual Da que ni el idioma ni los colores son sexistas, sino las crismas famélicas e incultivadas que lo piensan; que, a día de hoy y según cifras oficiales, son más de cincuenta mil los «fallecidos» por el coronavirus sin que por ello tengamos que distinguir entre fallecidos y fallecidas; o que, durante siglos, el color rosa ha estado asociado a los niños (por ser, como el rojo, un color fuerte, sanguíneo) y el azul a las niñas (seguro que la ministra, de pequeña, cantó a su «muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú»), y vaya usted a saber qué color se llevará dentro de unas décadas.
A nadie debe preocupar que una niña o un niño juegue con muñecas, o que un niño o una niña juegue con airgamboys. Lo que a todos debe preocuparnos muy en serio es que el juguete que hoy han destapado nuestros hijos consista en succionar un váter con un desatascador para que salga disparado de la cisterna un zurullo y lo cojan al vuelo, o en pulsar una flatulencia verde hasta que suene un duradero y repulsivo cuesco. Queda claro que juguetes que no avivan la inteligencia de nuestros hijos y que los sumergen en la estupidez oficialista no son materia de «estudio» del ministerio de Igual Da.