Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


Palabra de Rey

28/12/2020

El mensaje navideño del Rey no dejó a nadie atrás. En contra de lo que predica el Gobierno, pero no concreta, las palabras de Felipe VI se dirigieron a todos los sectores una sociedad vapuleada por el dolor y la tragedia, con un horizonte rebosante de incógnitas y con un presente asfixiado por una realidad opresiva y dura.
Consoló el Monarca a las víctimas de la pandemia, a esas miles de familias que no pudieron despedirse de sus fallecidos o consolar a sus enfermos. Tuvo palabras para cuantos intentan salir adelante en medio de una crisis económica que les asfixia, que ha destruido su industria, su pequeña empresa, su negocio modesto, o, sencillamente, su empleo. Efectuó también una referencia precisa y necesaria a los valores de la Constitución, el edificio que ampara nuestra convivencia y que incluso miembros del Gobierno pretenden dinamitar. Finalmente, incluyó las necesarias referencias a la ética y la ejemplaridad en relación con la figura paterna, sin incurrir en las trampas que le tendieron estos últimos días desde diversos sectores políticos y opinativos.
El Rey superó con creces el difícil trance. No era empeño sencillo, pero lo logró. Basta con atender a las reacciones adversas, algunas incluso desbordadas de ira y rabia, que se escucharon desde las filas de esas fuerzas políticas que pretenden acabar con el ‘régimen del 78’ y que no consumaron sus artimañas. La palabra del Rey es el refugio, el consuelo y la última esperanza de una sociedad temblorosa y desnortada, a la que le resulta cada día más difícil confiar en un Gobierno que ni siquiera tuvo a bien pronunciar alguna frase de alabanza al mensaje navideño del Jefe del Estado. Estas son algunas de las cosas que hacen perder la fe en el futuro de un país zarandeado por la ineptitud, la falsedad y la tragedia.