Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Una ciudad sin quioscos

22/12/2020

Albacete anuncia que retirará 20 quioscos de prensa de la vía pública, por desuso. Y sólo dejará dos abiertos (el histórico de la Plaza Mayor y el de la Plaza de Lodares). También permanecerá el del Altozano, pendiente que un día, ojalá, vuelva su quiosquero. Esta decisión de eliminar es la opción más fácil para un municipio. Deshacerse de lo aparentemente inservible. Llegará de madrugada la grúa municipal y lo retirará como un coche abandonado. Dónde en el ayer se vendía La Tribuna o el ABC, en adelante sólo quedará una huella en el pavimento de lo que fue uno de nuestros quioscos. Qué fácil es retirar y qué difícil, pero qué apasionante, sería luchar desde el Ayuntamiento para elevar el nivel cultural de los albacetenses y así crearles el hábito de comprar prensa en papel, librando a los quiosqueros del pago de tasas. Me apasiona la prensa en papel. Aprendí a leer con el ABC y La Voz de Albacete que comprábamos en el quiosco de la Plaza regentado por el gran Ángel Chacón. Los sábados nos íbamos a la Casa de la Cultura de la Diputación para leer La Verdad, el semanario Crónica de Albacete y la Hoja del Lunes de Alicante. Mi madre traía para el té de la tarde el Informaciones de Madrid, único diario vespertino que ella adquiría en el establecimiento Albacete Religioso. En verano comprábamos la prensa en el quiosco de la Residencia. Los domingos buscábamos los diarios y semanales en la imprenta Arca de Noé, frente a Los Molinos de la Feria. La revista El mundo de los toros se la compraba al bueno de Miridio, cerca de la plaza de los toros. El Aplausos taurino se lo encargaba al quiosquero de la Fuente. El Cambio 16 al mítico del Altozano. El Don Balón deportivo se lo reservaba al de la Avenida de la Estación. Cuando no encontrábamos la prensa en el centro, nos íbamos al estanco de la vieja estación de tren. Si no hay quioscos, no hay distribución de prensa; sin distribución no hay lectores. Y sin lectores no hay verdadera democracia, porque no hay juicio crítico. Una España sin quioscos es un país con una democracia frágil. Quizá es lo que interese.