Antonio García

Antonio García


Los volcanes

27/09/2021

Éramos pocos y parió el volcán. A los partos volcánicos se les llama erupciones y su gestación pude durar siglos, hasta que un día rompe aguas y expulsa a una criatura que si es maligna arramblará con todo lo que se le ponga por delante en un espectáculo de fuegos artificiales, cenizas y magmática destrucción. A diferencia del parto humano, el parto de la tierra es muy estético y promueve un turismo anónimo, el de quienes quieren inmortalizarse en selfi y, otro de calidad, el de quienes aspiran a inmortalizarse en el cargo. Del rey abajo, una leva de políticos se ha acercado a mirar la lava. Mientras los nativos huyen del río de fuego en el que han perdido todos sus enseres, otros se arrojan a él, con la demagogia calculada de quien no tienen nada que perder. Hasta Sálvame tiene su corresponsalía en La Palma, por si en un descuido sorprenden a una pareja copulando para emular viñetas pompeyanas. Todas las tragedias tienen sus beneficiarios, y en esta ocasión han sido una ministra, que ha tenido su minuto de gloria, y las cadenas de televisión, que alicaídas tras la extinción de la pandemia, ya han encontrado excusa para seguir hablando de irresponsables. Hace unos años, la noticia de este parto de los montes hubiera ocupado como mucho un par de telediarios, pero en la ocasión presente, muy sensibilizados con el cambio climático, el asunto posiblemente se alargará hasta que otra catástrofe venga a suplantarlo. No es aventurado pronosticar que en un futuro cercano todas las noticias serán de este tenor y que no sabremos distinguir si lo que se ofrece en la pantalla es una producción en cinemascope o un documento veraz en rigurosísimo directo. Tampoco sabemos si quedarán corresponsales para contarlo.