Patria, de Fernando Aramburu, es un éxito literario que llegó hace unas semanas a la pequeña pantalla. Hace un par de veranos, aproveché el fresco del patio de la casa de mis padres y la tranquilidad para leer el libro y, desde hace unas semanas, sigo con interés, a través de HBO, los capítulos de la serie, aunque no caeré en la tentación de comparar, porque la obra original es la que manda. A lo que no me puedo resistir es a contestar a los políticos de Bildu que han criticado la serie indicando que se trata del relato de los torturadores. Pernando Barrena, eurodiputado de Bildu, ha indicado que «es el relato de una de las partes, la del constitucionalismo español, gran patronal, los parapolicías, los tribunales de excepción, los torturadores», mientras que Joseba Permach, con pasado en HB, indicó que «quieren ocultar que detuvieron y torturaron a miles y que mataron a centenares de personas». 
Es suficiente, porque por mucho que estas personas despreciables se empeñen en repetir una mentira jamás la convertirán en una verdad. Uno puede defender sus raíces y desear su independencia, pero las armas nunca deben ser la vía, sino el diálogo, y los etarras decidieron que el tiro en la nuca o el coche bomba eran mejor altavoz que la palabra. En esas décadas de terror y miedo se llevaron por delante la vida de más de 850 personas, militares y civiles y es cierto que también cayeron etarras por el camino, pero debemos, incluidos Barrena y Permach, tener claros los conceptos víctima y asesino y a quién le corresponde cada uno de los sustantivos.