Antonio García

Antonio García


Herso

22/03/2021

La librería Herso ha cumplido 75 años guiada por el firme timón de los hermanos Herreros, que continúan la travesía inaugurada por su padre, José Herreros. La metáfora náutica aquí no es simplemente embellecedora, porque si algún negocio está sometido a la zozobra de los elementos es la navecilla de las librerías, que no paran de naufragar y ahora más que nunca cuando se juntan las circunstancias del Covid y las pocas ganas de leer de la gente, por otra parte sempiternas. Otras actividades de ocio, menos dependientes de la reflexión pausada, se imponen en estos tiempos en que la urgencia lectora, si la hay, se resuelve a través del zoco de Amazon, monstruoso surtidor de productos que oculta el rostro humano del vendedor. Entre las cancelaciones que ha arrastrado la pandemia, se ha hablado mucho de las ferias, macrofiestas, y festejos tradicionales; no tanto de esa otra feria de los libros, fiesta móvil que en la capital caía hacia marzo o abril, según capricho, pero que se anunciaba indefectiblemente con las lluvias, tal como las que estos días han recibido la llegada de la primavera, otra más sin casetas y sin libros a la intemperie. Y no es que nos falten libros -antes bien, empiezan a sobrarnos- sino que echamos de menos el paseo lento, el ojeo y tanteo entre el revoltijo de libros tontos, parias desgavillados y polvorientos que se alegraban mucho de vernos todos los años (los libros viejos, como las mascotas abandonadas y los huérfanos, agradecen nuestras caricias). No desdeñemos, sin embargo, las novedades, esas que Herso -la decana de las librerías tras el cierre de Biblos-, incombustible, sigue dispensando en navegación contracorriente.