Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Música en la Ancha

16/08/2022

Sigue caliente la calla Ancha ante su próxima reapertura, una vez ya peatonalizada. Arde en muchos de sus tramos, y no es solo porque de momento ni un ápice de verde asoma, aunque prometen mucho macetero y parterre que, aseguran, la hará más respirable, fresca y bella. La razón por la que, a poco más de dos semanas vista, la más querida y entrañable de nuestras calles está onfire, es porque los que mandan, y sus opositores, siguen sin ponerse de acuerdo en un asunto nada baladí que afecta directamente a qué tipo de vía queremos, tras su cierre al tráfico. Y entre esas discusiones entre partidos políticos, ciudadanos, hosteleros, mediopensionistas, fans vs. enemigos de Rosalía, exnumerarios del Imperio Austrohúngaro, etc. -como ven hay de todo en este fragor que no cesa- de pronto me encuentro con que se demoniza algo que amo profundamente: la música. Y es que parece ser que cualquiera que desee abrir un nuevo local, en la flamante y remozada Tesifonte Gallego, lo podrá hacer… siempre y cuando no suene música en su interior. ¿Perdona? ¿De verdad estos amargados de la vida -que quieren que Albacete no atraiga a nadie y siga anclada en el color sepia- no saben que la música es tan buena -o mala- como al volumen al que suene en un determinado momento y espacio? Además, de que meter en el mismo saco a jazz, pop, rock, metal, clásica, flamenco, reguetón o house, es un error propio de catetos a babor. Querer prohibir, así de entrada, que en los negocios hosteleros que quieren instalarse en este nuevo espacio, rediseñado especialmente para el solaz ciudadano, se goce de música -sea en directo o enlatada- es un gravísimo error que, los que decidirán sobre ello, no pueden permitir. Que la calle Ancha no se convierta es una indeseada prolongación de La Zona no se consigue espantando a nuevos empresarios y valientes inversores con amenazas o imposiciones técnicas imposibles de asumir. Se logra con control y vigilancia. Y recuerden, con música todo siempre es mejor. Aunque algunos sean incapaces de entenderlo y, lo que es peor, de disfrutarlo.