«El toreo es un espectáculo cruel y sangriento» proclama a los cuatro vientos la grey política que ha encauzado su fuente de ingresos a través de la política nacional, autonómica y municipal. Hacen todo lo que pueden para conseguir acabar con la Fiesta de los Toros. Pero sus esfuerzos caerán en terreno baldío mientras ganaderos, empresarios, toreros, aficionados y espectadores continuemos siendo fieles a la secular tradición de la lidia del toro bravo, convertida en espectáculo de masas. Nuestra persistencia es el mejor aliado de la Tauromaquia, como arte y cultura de nuestro pueblo. Y si continuamos defendiéndola sin desmayo, las fuerzas de la mentira y la cerrilidad de sus  enemigos no prevalecerán contra ella.
Resulta curioso que los mandamases erigidos en líderes del antitaurinismo pongan tanto empeño en «salvarnos» de la tauromaquia, mientras se venden libremente en todos los estancos y demás puntos legalizados para ello, las cajetillas de tabaco con la siguiente advertencia en negritas de buen tamaño: «Fumar provoca 9 de cada 10 cánceres de pulmón». No es que uno preconice la prohibición de la venta de tabaco, del cual consume un paquete de 20 cigarrillos diarios desde que tenía 18 años y pasa de los 80, y aquí sigue dando guerra a Dios gracias. Eso sí, sin tragarme el humo. Como tampoco digiero las estupideces que lanzan contra la tauromaquia esos politicastros que quieren una España roma y asustada para mangonearla mejor.
Es evidente que los enemigos de la Fiesta odian también todo lo que le da carácter y personalidad a España como nación. Les gustaría  convertir a nuestro país en algo impersonal y amorfo, en una finca que poder manejar a su antojo y conveniencia con absoluta impunidad.