Elena Serrallé

Elena Serrallé


Llora la Tierra

22/09/2021

Me lo comentaba ayer mi amiga Ana y creo que tiene toda la razón, ¿no os parece que el planeta ha dado un puñetazo en la mesa? Ruge en la isla de La Palma y escupe infierno, arrasando sin contemplaciones ni miramientos todo lo que se encuentran en su devastador camino las lenguas de fuego.
En verano sufrimos las olas de calor que van más allá de lo que históricamente se consideran temperaturas normales en época estival y como insectos observados a través de una lupa al sol, nos achicharramos.
Más terremotos que nunca sacuden nuestras poblaciones y nos recuerdan nuestra extrema fragilidad. Filomena causó verdaderos estragos y nos congeló los días y las horas a primeros de año, nos paralizó.
Independientemente de las voces que creen que el coronavirus nació en un laboratorio (entre las que me incluyo), ha conseguido sacudir al mundo entero y hacerle callar mandándolo al rincón de pensar.
Y si miráis hacia arriba una noche estrellada, ¿no os da vértigo pensar lo pequeñitos que somos? Y si os detenéis parados frente al mar ¿no os impresiona nuestra vulnerabilidad? Y si os colocáis al lado de una montaña ¿no os asusta nuestra insignificancia? A mí si. Me proporciona una tremenda dosis de humildad y una lección de respeto hacia mi planeta, del que nos creemos sus dueños y no dejamos de ser unos presuntuosos parásitos.
Llora la Tierra y no la escuchamos. La especie humana lleva el desagradecimiento insertado en su adn. No estamos capacitados para habitar la belleza del planeta azul.

ARCHIVADO EN: ADN, Belleza, Verano, Coronavirus