Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Arde Roma

12/11/2020

Afortunadamente Trump parece haber perdido las elecciones por más que siga mostrándose reacio e incapaz de reconocerlo, lo cual no puede ser considerado una sorpresa en un personaje de tal calaña y con tantos kilos de soberbia y ordinariez como los que ha mostrado al mundo a lo largo de sus cuatro años de mandato. El hombre que entendía la gestión política como uno más de sus negocios privados, el que residía en la Casa Blanca como si fuera su rancho de vaquero y que actuaba con la provocación digna de un pistolero del viejo oeste, se encuentra ahora al borde de ser políticamente desahuciado por más que se escude en sus bravatas y bravuconadas de mal perdedor.
Donald Trump ha logrado movilizar masivamente el voto de los americanos; pero el problema para él es que lo ha hecho más entre quienes no querían verle al frente de un segundo mandato que entre quienes deseaban su reelección. Así lo explican todos los conocedores de la política norteamericana que coinciden en el análisis de que los norteamericanos más que votar por Joe Biden lo que han hecho es votar contra Trump. El pueblo americano se ha hartado de un presidente que ha acaudillado su país como si fuera un histriónico y dictador emperador romano que ha conducido su imperio sin escrúpulos y en un mandato lleno de mentiras y fanfarronadas, con continuos comportamientos déspotas, sólo rodeado por su corte y persiguiendo con su intolerancia a todos cuantos no aceptaban la palabra de este nuevo César de Occidente. Mientras la pandemia sumaba muertos y el país se dividía, el divino César contemplaba a Roma ardiendo bajo las llamas que él mismo había provocado y teñía la lira en su propio homenaje.