Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


‘Tostonazo’

04/11/2022

A pesar su halo místico como vehículo de transmisión de la cultura, la pura verdad es que un libro no deja de ser un artículo de consumo, es decir, un objeto que se compra en una tienda, y ahí entran en juego todos esos apetitos mundanos que tan bien conocen los expertos en publicidad y en marketing. Al igual que un electrodoméstico o un detergente, un libro no se vende solo. Todos ellos tienen que seducir al posible lector desde la distancia, bien por el renombre de sus autores, por el atractivo diseño de su cubierta o por venir acompañados por una buena campaña promocional. Por suerte, hay excepciones, como la novela Los asquerosos, del escritor vasco Santiago Lorenzo, un señor no especialmente glamuroso ni conocido que, además, publicó su novela en una editorial independiente y tirando a modesta. Esto ocurrió en 2018, y poco a poco el libro se reveló como un fenómeno editorial. El término «fenómeno» remite aquí a lo extraordinario, a lo sorprendente. Que la última novela de Pérez-Reverte venda doscientos mil ejemplares no es un fenómeno, sino lo previsible. Que lo haga alguien como Santiago Lorenzo, un tipo de vuelta de todo, con pinta lumpen y habitante de una aldea de Segovia, es un fenómeno en toda regla. Y lo más fenomenal del asunto es que su última novela, Tostonazo, no se publique en Alfaguara ni en Planeta, sino en la misma editorial modesta en la que vio la luz Los asquerosos (títulos gloriosos donde los haya, por cierto), y que los lectores devotos lleváramos desde antes del verano contando los días para poder comprarla. Al igual que Santiago Lorenzo se niega a abandonar su pedanía segoviana, sus lectores nos negamos a marcharnos de sus libros, que son los mejor que le ha pasado a la literatura de este país desde Miguel Mihura, Rafael Azcona y las primeras novelas de Eduardo Mendoza.