Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Otras gentes de la familia

09/11/2021

Desde que vivo en el campo -ya va para 47 años- siempre he tenido animales en casa. Algunos eran grandes, como la yegua Mimosa o los mastines Tony y Molinera, que vivían en exteriores. Otros eran de formato reducido como el canario Leo que había conseguido vivir cantando en su jaula. La gata Margarita iba por libre y siempre elegía el mejor sitio junto a la lumbre. Entre los 'amigos del hombre' estaban los bóxers Agata, Bertie, Sawa, Póker Sugar y Jordán. Pongo todos sus nombres porque son seres muy personales que merecen un respeto.
Ese respeto me impide pensar que el perro es un objeto de mi pertenencia, pues tanto es 'mi perro' como yo soy 'su hombre'. Nadie es propiedad de otro, simplemente convivimos y en el caso de los gatos esto es más que evidente. El gato no es de nadie sino de la casa y es como una gota de tigre que, a diferencia del perro, te sostiene la mirada y, como dice Chateaubriand, con los ojos semicerrados simulan que duermen pero es para observarte mejor.
Aunque la gente no se lo ha leído, en la Biblia (Eclesiastés, libro III versículo 18) dice Dios que en el más allá vamos a compartir la suerte con los animales. Me parece natural pues yo no tengo mayor mérito que mi perro para tener un hueco en la vida de ultratumba, a la que, por otra parte, no tengo ningún miedo sino una curiosidad escéptica.
Los animales compañeros, que ahora reciben el nombre idiota de 'mascotas', como si pertenecieran a la heráldica en lugar de a la vida, son criaturas pobres y sencillas, pero tienen una dotación de instintos admirable y el principal de ellos es el de la supervivencia. Basta recordar la organización de las hormigas y su ganadería de pulgones, el mundo de las abejas, la orientación de los grullas y algunas otras tan sorprendentes que van a merecer párrafo aparte.
Sin embargo el hombre es un animal desmandado que va por libre, sus instintos de supervivencia social están arruinados y pueden sentir odio y matar por crueldad y ser capaces de arruinar el mundo y destruir a la humanidad en contiendas estúpidas.
Pero veamos algunas sorpresas de los animales. El pájaro Agapornis es una especie de Periquito que cuando muere su compañera no se aparta del cadáver hasta llegar a morir mientras la vela. Sin embargo, si es el macho el que muere, la pájara se larga a buscar otro compañero. El Pez globo macho hace unos círculos geométricos en la arena del fondo del mar para atraer a la hembra y que desove en aquellas construcciones suntuarias. Gracias a ello, los fondos de la isla de Amami Oshima pueden presumir de un espectacular paisaje del amor. Son espectaculares los colores, sonidos y danzas nupciales de las aves en su 'pavoneo', pero quizás el tipo más aprovechado es el Combatiente macho Philomachus pugnax, que  el muy jeta se hace pasar por hembra para poder meterse entre las chicas, a ver qué pilla.
Cierro con un caso imaginario y muy divertido que nos presenta el biólogo y humorista Alessandro Boffa, que es el de un macho de Mantis religiosa que se libró de que la hembra lo descabezara de un bocado después del coito ritual, gracias a que padecía eyaculación precoz.

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