Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


El vómito y la vaselina

13/11/2020

Javier Maroto es el hombre más buscado por la izquierda. ¿Es que el senador vitoriano de Sotosalbos se va a pasar al PSOE? Ni aunque estuviera abierto el mercado de fichajes de invierno cabría el traspaso, pero es un blanco recurrente. El portavoz del PP en el Senado dijo un día que «en Bildu hay gente que ha pretendido la paz desde el principio y hay gente en la dirección de Bildu -la que los dirige-, que son de la izquierda abertzale tradicional, la que ha estado vinculada a ETA». Normalmente, los que rebuscan esa frase suelen omitir la segunda parte, porque trastoca bastante sus intenciones. Por si no es suficiente para alicatar el propósito, acto seguido, el manual de respuesta a fechorías presentes señala a los acuerdos municipales que el ahora senador por Segovia selló con Bildu cuando era alcalde de Vitoria.
Si Javier Maroto es la única esperanza que les queda a los altavoces de este Gobierno para disimular el apoyo de Bildu a los presupuestos, el tema es incluso más grave de lo que parece. No sólo es una cuestión de aritmética. Tampoco un apoyo coyuntural para sacar adelante unas cuentas que dan oxígeno a los inquilinos de Moncloa. «Se juega la orientación política del Estado para los próximos años», se ha encargado de recalcar Otegi. Es lo que pretenden y lo que celebra Pablo Iglesias, el gran urdidor de esta maniobra y el que ha impuesto la estrategia para pactar las cuentas, descartando a Ciudadanos, que ha quedado una vez más en evidencia. Bildu es normalizado por obra y gracia del vicepresidente del Gobierno, ante el trágala general del PSOE que tiene un papelón importante después de repetir en infinidad de ocasiones que jamás pactaría con el brazo político de ETA. Una vez más, vuelven a hacer lo que dijeron que nunca harían.
Este acuerdo no es flor de un día. Se viene pactando desde hace semanas y es fruto del camino iniciado en la investidura. Desde ese momento, los grandes barones del PSOE han permanecido en un silencio cómplice. ¿Cuántas veces ha tenido que acudir García-Page al súper o a la farmacia para comprar vaselina? El extremeño Fernández-Vara no es tan preventivo como su vecino y siente que ya se la han metido doblada y sin anestesia. Le han entrado ganas de vomitar, aunque es de los que, si le viene la bocanada, se lo traga y sigue como si no pasara nada. Es mejor tener garantizado el cortijo que levantar la voz más de la cuenta.
Aunque las casualidades no existen, el apoyo de Bildu a los presupuestos ha coincidido con el acercamiento de cinco presos etarras a cárceles del País Vasco. Entre los sanguinarios que están más cerca de los suyos, se encuentran los responsables de asesinar al matrimonio Jiménez Becerril en Sevilla. Desde que Sánchez llegó a Moncloa, 93 etarras se han beneficiado de esta estrategia. 23 tienen condenas por un total de 106 asesinatos. El 30% de las víctimas a las que la Asociación de Víctimas del Terrorismo comunica un traslado necesita seguimiento psicológico. Uno de los requisitos para materializar el acercamiento es la petición de perdón que hacen los presos de ETA, rellenando un sencillo formulario facilitado por Interior que no resulta creíble para las víctimas. Ninguno colabora para esclarecer los más de 300 crímenes pendientes de resolver. Y aquí está la clave. No estamos ante ninguna normalización democrática, como señala Ábalos. Es el blanqueo más abyecto sin recibir absolutamente nada por parte de los que apretaban el gatillo.