Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


El fornicio frente a la España vaciada

15/06/2021

Todos sabíamos que traer criaturas al mundo era el primer remedio frente a la despoblación de nuestra España interior y rural, pero estos días un grupo humano peculiar nos ha dado otra perspectiva. Se juntaron cerca de doscientas personas en un pueblo de sesenta y seis habitantes de La Rioja, Mansilla de la Sierra, en un paraje recóndito y alejado de las miradas, para socializar entre ellos y practicar sexo a discreción. Resulta que lo hacen (juntarse, no el fornicio) todos los años en sitios similares.
Como siempre en estos tiempos, alguno de nuestros ‘ángeles’ de Sanidad se presentó en el lugar a joderles la iniciativa pues no están los tiempos para las agrupaciones multitudinarias y restregados de cebolleta indiscriminados. El alcalde del lugar, señor Ballesteros (PSOE), que ya me tiene de fan y amigo desde now mismo, señaló a los medios nacionales que no hacían daño a nadie cuando ni Perry se acordaba de su localidad, y que la única sustancia extraordinaria que los sabuesos de la salud pública encontraron, fue Viagra a cascoporro, ya que los pecadores tenían una media de edad y una voluntad de reiteración en la coyunda que no siempre era permitida por la propia naturaleza.
Qué quieren que les diga sin caer en lugares comunes: los encuentros, íntimos o como el presente multitudinarios, pueden ser un filón y una oportunidad de negocio para el municipio olvidado. Parece ser que estos parroquianos no eran ninguna secta, con lo cual, fríamente dicho, me resulta más simpático como mecanismo de promoción geográfica, que la instalación de unas minas de tierras raras, de un macrolocutorio de engaños telefónicos legales (los de las operadoras de datos o los de las compañías de seguros), o de ocultos enclaves para quemar neumáticos y almacenar chatarra. Para participar, que no cuenten conmigo, pues ese tipo de prácticas no solo exige ganas (que nunca faltan): para sentirse uno cómodo en el plan se suele requerir una apariencia volumétrica determinada y un paso por la ducha de al menos cada diez días, no siendo remediable lo primero ni deseable lo segundo.
La pandemia, como en su día fue el 11-S y sus torres gemelas, ha dado un nuevo paso en la justificación de controlar nuestro comportamiento, con el apoyo entusiasta de los que nunca saben hacer nada a iniciativa propia. Dejen a la gente un poquito tranquila.