Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


¡Oh Madrid!

11/05/2021

Aquel 12 de octubre de 1981 sería un día clave en mi vida. Esa tarde, en una dársena abarrotada de la Estación de Autobuses de Albacete, me subí en unos de aquellos autobuses llamados popularmente Los chacos, camino de Madrid y así iniciar mi vida universitaria. El beso de despedida a mis padres fue como entregar ese pasaporte de la patria de la infancia de la que uno pasa siempre a ser un exiliado. Nunca olvidaré mi llegada a la vieja y madrileña Estación de Palos de Moguer como un José Sacristán en Pepe vente a Alemania, ni tampoco la subida, cargado de maletas, por la empinada calle de Isaac Peral hasta ese Colegio Mayor de San Pablo, que también sería relevante en mi desarrollo personal y profesional. Albacete y Madrid son las ciudades de mi vida. De Albacete conocen ustedes mi pasión demostrada. Pero de Madrid nunca les he escrito. Ahora está de moda. Pero siempre fue Madrid la rompeolas de todas las Españas. Madrid nunca me pidió pasaporte alguno. Me abrazó como albacetense, igual que hace con el asturiano al que cobija. Me he dejado las suelas de mis zapatos por el Madrid barojiano o galdosiano. Mis aplausos los he batido en sus teatros y mis ojos se han abierto en sus oscuros y palaciegos cines. Me casé en una de sus iglesias. He visto nacer a mis hijos en sus sanatorios y sentí el hachazo de la muerte de mi padre en uno de sus hospitales. He labrado mi carrera profesional entre sus colegios mayores, universidades y empresas. Madrid me ha regalado amigos a centenares como también grandes faenas o los mejores goles. He bajado a sus sótanos desde su Metro. He volado sobre ella por su Teleférico y he pisado sus extensos y frondosos parques, a la par que chateaba en sus barras y comía en Lhardy, Botín o la taurina Casa Salvador. Y he sentido cómo también Madrid lloraba y era solidaria ante las víctimas de los peores atentados de nuestra historia. Madrid es confusión y regocijo de las Españas. Que suenen las palabras de don Benito Pérez Galdós: «¡Oh Madrid! ¡Oh Corte!