Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Se cogen puntos de media

02/07/2020

Leo en el diario El País que España tardará al menos dos años en superar la peor crisis en un siglo, según la previsión del Gobierno. Y como no puedo poner aquí el emoticono de la carcajada, me troncharé mediante una correcta redacción en onomatopeya para expresar la hilaridad que me provoca la noticia: Ja,ja,ja,ja,ja.
En la anterior crisis económica, la Gran Recesión de 2008, Charles Dumas, economista y Jefe de Investigación del ‘Lombard Street Research Institute’, ya opinaba que España tenía dos opciones; o salir de la moneda única y devaluar, o enfrentarse a una depresión. Dumas apostaba así por la Europa a dos velocidades y manifestaba que todos saldríamos ganando si Grecia, Italia, Portugal y España salieran del euro. Decía que el primer paso lógico sería volver a una peseta con un tipo de cambio devaluado frente al euro. Poco a poco los productos españoles irían siendo más competitivos y se mejoraría la balanza comercial con el consiguiente efecto positivo sobre el PIB, entre otros efectos beneficiosos. Así lo dijo y se quedó tan tranquilo, el muy hijo de la Gran Bretaña.
Y aquello no era nada para la que se avecina ahora, con la crisis sanitaria que amenaza millones de empleos, sobre todo en España. Salvando a los redactores del diario El País, la verdad es que el vaticinio de depresión económica en España acojona. Hablar de depresión es hablar de disminución sostenida de la producción y del consumo, con el consiguiente incremento del desempleo, el cierre patronal, la indigencia y la delincuencia. Como entonces, pero a lo bestia; probablemente una década más en el punto más bajo del ciclo económico, aunque los medios afectos al actual régimen hablen de un par de añitos.
Pintan bastos en España, donde la depresión nos pillará, como nos ha pillado la crisis sanitaria, inmersos en la mediocridad. En tontunas de izquierdas y derechas, con hordas de demagogos de idealismo hipócrita de pandereta y con total descrédito de instituciones y políticos; caldo de cultivo apropiado para que el virus populista se asiente y se reproduzca. Nos pilla con políticos bisoños, inexpertos e ineptos, centrados únicamente en la propaganda ideológica y el postureo progre sobre la perspectiva de construir un mundo mejor.
Dicho esto, si partimos de que ninguna nación democrática ha salido de una depresión sin la imprescindible cuota de lealtad política, honestidad, responsabilidad, sensatez, inteligencia y sentido de Estado de todas sus fuerzas políticas y sociales, ya falta poco para que veamos cartelitos escritos a mano en las tiendas, en las farolas y en las puertas de las casas, donde se anuncie que «se cogen puntos de media». Es muy sencillo, se precisa un cilindro hueco, una maquinita con una aguja en el extremo y buena vista y puntería para remallar cualquier carrera.