En ese sorprendente salón principal de Albacete que es su Pasaje de Lodares, una administración de lotería, la número 2, cumplió este año, ni más ni menos que cien años. En abril de 1920 se la concedió el Rey Alfonso XIII a doña Anastasia Martínez y Martínez. Primero estuvo en la vecina calle Mayor, entonces ubicada entre la sombrerería de Mateo y el joyero Tendero. En el portal de la lotería ya se instalaban, cuando llegaba el frío, los turroneros jijonencos de Picó, los de El portalico. En 1973, la lotería pasó al Pasaje en ese angosto pero encantador local que sigue hoy despachando lotería y otras apuestas del Estado. A doña Anastasia la sucedió, por méritos propios y no por mero linaje, su hija, doña Mónica Moreno, madre del concejal en el Ayuntamiento y amigo de muchos años, Alberto Reina. Hoy la Administración, en sociedad por los hermanos Manolo y Alberto, la atiende con excelente trato Aurora Alonso, esposa de Alberto. Al evocar a los hermanos Reina echa uno de menos a Pepe, excelente persona, que la parca se llevó en plena juventud. Cuando de niño cruzaba el pasaje, siempre veía tras el cristal a doña Mónica con su señorial presencia. También a su marido don Alberto, con ese porte de  hidalgo castellano. Del cristal colgaban las tiras de los sorteos para el sábado o los «especiales», donde destacaba el de Navidad, cuyo relato con los Niños de San Ildefonso guardamos con eco en la memoria. La lotería de doña Mónica era vecina del grabador Tabernero, del estudio fotográfico de José Luis, del taller de radio de Gilito, de Las Cataratas de doña Nicanora Roldán y al fondo, dando ya al Tinte, del amplio local del patronato de quinielas al que de críos nos acercamos para echar una apuesta de tres duros. Llega la Navidad y cuando regrese a Albacete andaré hasta la centenaria lotería de doña Mónica en el Pasaje y pediré a Aurora un décimo de Navidad y otro para El Niño que terminen en nueve. Necesitamos soñar en este año para olvidar. Feliz centenario.