Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


El último concierto

07/07/2020

En el cine, la música es el canal por donde navega la emoción. Hay películas que van cosidas inseparablemente a una banda sonora. Yo no me imagino la escena final de La lista de Schindler sin el violín desgarrador de John Williams. Ni tampoco la redención de Robert de Niro en La misión, o el amor por el cine en Cinema Paradiso, sin la genialidad del compositor italiano Ennio Morricone, quien desde ayer le ha puesto banda sonora al Más Allá. A Morricone lo esperábamos en Oviedo, pues tenía pendiente recoger este octubre el premio Princesa de Asturias, junto a ese otro monstruo de la creación musical que es el mencionado John Williams. Su recuerdo presidirá, seguro, todo el acto de entrega. Yo quedé epatado con su música tras visionar La misión un octubre de 1986 en el desparecido Cinerama del Paralelo de Barcelona, proyectada en una gigantesca pantalla de 180 grados. Acabada la película, fue tal la conmoción que el acomodador nos rogó abandonar aquella mítica sala, hoy un supermercado. Luego la vería de nuevo en el tristemente desaparecido Cinema Gran Hotel de Albacete. Don Ennio dejó para la historia del cine otras composiciones magistrales como Érase una vez América, El clan de los sicilianos o bandas sonoras para varios western que dirigiría otro grande como Sergio Leone. Y luego llegaría a la cumbre con partituras como Los intocables de Eliott Ness, Novecento, o Cinema Paradiso. Siempre tuvimos el interés de verle dirigir en directo. Hubo que esperar hasta el 8 de mayo de 2019, en Madrid, en su gira de despedida, con más de diez mil personas en la grada y orquesta y coros con 200 miembros. Impecablemente de negro, el viejo Morricone de 90 años se sentó en su silla de dirección y durante más de dos horas nos hizo literalmente llorar desde la conmoción. Dejó para el final el tema principal de La misión. Acabada la sublime interpretación, Morricone se volvió hacia el público, saludó tímidamente y se metió para adentro. «Ahí está mi obra, aplaudid a ella», dio a entender con ese humilde gesto. Fue su último concierto, la última lección.