Pedro J. García

Pedro J. García


Las suegras

29/04/2022

El Papa Francisco, como buen argentino, es de verbo fácil y florido y su cargo le permite opinar de todo, incluso de las suegras, aunque en esta ocasión los yernos nos salvamos de la quema, porque incidió en la relación con las nueras y, con su particular estilo, repartió para las dos partes. A las suegras les lanzó la advertencia de que tengan «cuidado con la lengua. La lengua es uno de los pecados más feos de las suegras», de lo que se intuye que Francisco dijo, entre líneas, que las suegras hablan demasiado y no seré yo el que le enmiende la plana al Santo Padre, que el escalafón es el escalafón y yo a lo más que llegué fue a monaguillo.
Las nueras también tuvieron su parte y les dijo que revisen la relación con ellas. «Sí, a veces son mujeres un poco especiales, pero han dado la vida a tu pareja. Hazla feliz, que viva la vejez con felicidad», recomendó.
Fue una particular manera de pedir buena relación, pero yo creo que lo de suegros, suegras, yernos y nueras tiene difícil solución, máxime en el país de hacer trajes a medida al prójimo y de la picaresca, como la de un abuelo de mi pueblo -por decir alguno- que, ya mayor, pasaba un mes en la casa de cada uno de sus hijos y una nuera estaba deseando que llegara pronto el último día de vida de su suegro. El abuelo, conocedor de la situación, decía día tras día: «torta blanda y vino fuerte, mi muerte» y la nuera, eso que le servía, con el efecto contrario, porque el hombre tenía cada vez más lustre.
Y para que ustedes vean mi aprecio a las suegras, debo decir que a la que más quiero es a la suegra de mi mujer.

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