Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


El ausente

27/04/2023

José Antonio ha vuelto durante unos días a la notoriedad de la actualidad. Su nombre nos traslada a otras épocas de nuestra reciente historia, unos tiempos de cuya escenografía la memoria sigue teniendo la imagen de las paredes del colegio en cuyo centro colgaba un crucifijo escoltado a cada uno de sus lados por un marco con la foto de Franco y otro similar con la foto del fundador de la Falange. Uno recuerda aquella imagen de sus tiempos escolares como rememora las huchas con forma de cabeza de un negrito o de un chinito dispuestas para recoger donativos, más bien limosnas, del día del Domund. El Ausente siempre estuvo presente en las aulas de las escuelas de nuestra infancia.
De toda esa ornamentación apenas necesitábamos explicaciones, ya se encargaban los programas educativos de la dictadura de machacárnoslas con cualquier pretexto casi todos los días, tal vez era precisamente la foto de José Antonio la que causaba mayor confusión para entender la razón de su presencia en dichas paredes, e incluso cuando nos lo explicaban no terminábamos de entenderlo, sobre todo si el maestro de turno utilizaba la argumentación del ausente presente y su compleja metafísica. Entonces era como cuando nos revelaban el secreto de la Santísima Trinidad. Un dogma confuso. José Antonio Primo de Rivera siempre fue una coartada para la parafernalia fascista de la Guerra Civil y de la dictadura que se aposentó tras la victoria franquista. Franco lo utilizaría mientras le fue útil para su causa e intereses y después lo dejó a un lado, para entretenimiento de historiadores y pequeña satisfacción de sus seguidores, a sabiendas de que un ausente ya nunca sería molesto.