Paco Mora

Paco Mora


Una España distinta

05/06/2021

«Un ratoncillo elegante estaba royendo un pan, vino un gato por detrás y le dijo ¡hola tunante! ¿Quién es ese que dice hola, que tiro de mi pistola le pego un tiro y lo enciendo?». Entorno los ojos y veo a aquel miliciano que nos contaba chascarrillos en plena guerra civil a los chiquillos, para entretener las ganas de comer, por no llamarla hambre canina. Los niños de la guerra, que fuimos después los jóvenes de la paz de los cementerios con nuestros padres represaliados por haber luchado en las filas del Ejército Republicano, sufrimos los bombardeos, todas las carencias imaginables, y tras la Victoria nos trataron como si fuéramos culpables de haber nacido en casa pobre y de padres republicanos.
Cuando llegó el llamado «tiempo normal» se nos miraba como hijos de «come curas», que debíamos integrarnos en la «España, grande y libre que soñaba José Antonio» para lavar las culpas de nuestros padres, muchos de los cuales solo habían cometido el pecado de vivir en «zona roja» cuando estallo la sublevación. Para los niños de mi época, mirar al futuro con esperanza era una utopía. Recuerdo que un día llegue a casa con unos papeles que había que rellenar y que comenzaban así: «¿Eres hijo de combatiente en el Ejército Nacional o de víctima de las hordas marxistas, católico y afiliado al Frente de Juventudes?». Se trataba de optar a una plaza como botones de un Banco, como medio para poder pagarme los estudios secundarios. Mi padre se asustó y me dijo: «Rompe eso, pues lo único que lograrás es que me encierren o me fusilen». 
Si los que tratan de resucitar las dos Españas tuvieran memoria histórica, actuarían de manera distinta. Porque la España de hoy, con sus luces y sus sombras, es muy diferente a la de la infancia de los españoles de mi edad.