Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Una estrella fugaz

22/01/2021

El diagnóstico está hecho, ahora faltan las soluciones». Llevo escuchando esta frase mucho tiempo. En la comisión de despoblación del Senado, por la que pasaron numerosos alcaldes y representantes de asociaciones de los principales territorios afectados por este fenómeno, se escucharon las causas, las consecuencias, las propuestas de soluciones y hasta los plazos de ejecución. En otros foros también se ha analizado el problema demográfico, envejecimiento, despoblación y falta de oportunidades que son conceptos que suelen ir de la mano, como ahora.
Y la conclusión siempre era la misma, el diagnóstico ya está hecho, ahora solo falta implantar las soluciones. El diagnóstico son la falta de oportunidades laborales. La falta de infraestructuras adecuadas para desarrollar un proyecto de vida digno, a la altura de las expectativas de los jóvenes de hoy. De comunicación física y digital. La falta de estímulos para poder crear una empresa, desarrollar un negocio. Para dedicarse a una actividad de la que uno quiere vivir, construir un proyecto y forjar un futuro, no basta con la vocación, también hacen falta incentivos, estímulos que hagan que esa actividad sea viable.
Tras muchas reivindicaciones al respecto, ya incluso de protesta por tanta mesa técnica o ponencia de estudio sobre el tema, parece que la semilla se había plantado en la conciencia de la sociedad. La sobrepoblación de las ciudades frente al vaciamiento de la España rural. El centro y la periferia. La ciudad y el campo. Lo urbano y lo rural. Dos mundos que, sin embargo, están interconectados. Se necesitan el uno al otro.
Tras la pandemia. Con los momentos más duros del confinamiento en la mente, gente encerrada en sus casas, en algunas ciudades casi hacinadas, el campo fue redescubierto como ese lugar idílico de esparcimiento, aire fresco, espacio e incluso libertad. Ese lugar al que, gracias también a las posibilidades del teletrabajo, podría volver a recuperar su esplendor.
Ni lo uno ni lo otro. Siempre ha sido ese lugar al que poder escapar para evadirse de la ciudad, para disfrutar la tranquilidad. Nunca dejó de serlo. Pero aún sigue padeciendo las mismas carencias que antes de la pandemia. Aquello fue una estrella fugaz. El interés por las casas con terreno, por volver al pueblo no ha hecho sino volver a poner el foco en las deficiencias.
Este jueves el pleno de las Cortes de Castilla-La Mancha aprobaba por unanimidad el documento elaborado por la Comisión no permanente de estudio para alcanzar un Pacto contra la Despoblación en la región. Un hito ante el que el vicepresidente regional, José Luis Martínez Guijarro, avanzó que la futura Ley de medidas económicas, sociales y tributarias frente a la despoblación y para el desarrollo del medio rural de Castilla-La Mancha llegará a las Cortes en el mes de abril. Texto que recoge medidas de «discriminación positiva» con las que se quiere favorecer la generación de actividad económica y empleo con la finalidad de que la gente pueda quedarse a vivir en los pueblos. Para que nos entendamos: oportunidades. Hace mucho que el diagnóstico está hecho. Ahora faltan las soluciones, como éstas.