Antonio García

Antonio García


Híbridos

12/04/2021

La vacuna se ha convertido en el nuevo producto estrella demandado por los españoles. El problema, como ya saben, es que disponemos de vacunas a la carta (o de «diferentes plataformas vacunales», como dice la ministra haciendo honor a su cargo) porque el capitalismo salvaje, que ya se infiltró en el mercado de las ideas, también se hace notar en la salud, y ello modificará por fuerza el perfil de los usuarios, hasta la fecha catalogados en el censo por regiones, sexos, ideologías, y otros criterios discriminadores. A esos distingos habrá que sumar el matasellos de la vacuna administrada, llámese aztrozeneca, jansen, pfeizer, sputnick, o marca blanca, que ya son tan definidoras de carácter como una religión, un partido político, un equipo de fútbol o nuestra cadena de supermercados favorita. Si hasta ahora los españoles nos dividíamos según las convenciones ya periclitadas de izquierda o derecha, hoy la vieja admonición machadiana de las dos españas se ha quedado corta porque esta nueva guerra sanitaria alumbrará tantas españas o banderías como marcas de vacuna. Españolitos aztrozeneca versus españolitos pfeizer o cualquier otra variante. De este proceso de vacunación surgirá, sin embargo, un perfil inédito, híbrido: el de quienes, por haber recibido dosis de dos vacunas distintas, templarán su ánimo en una síntesis unitaria, con lo mejor de cada chute, que es el modelo centrista, la tercera vía que no hemos sabido producir en política. Este nuevo individuo, producto de laboratorio, en el que se reunirá por primera vez el imposible metafísico de ser dos cosas simultáneamente, es el que está llamado a salvar a España.