Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Pastillas

17/02/2023

Por motivos que no vienen al caso, tuve que cambiar de médico durante unos años. Ahora he vuelto a la consulta de mi médico de toda la vida. Entré con expresión contrita. «Hola. Ha vuelto el hijo pródigo», le dije. Y aproveché las risas para excusarme debidamente. Creo firmemente en la fidelidad en las relaciones de cualquier tipo. Durante un tiempo le fui infiel a mi peluquero y, al regresar, le pedí disculpas por mis más años y mi menos pelo. Ahora le he pedido perdón a mi médico. Y de mis relaciones de pareja no pienso hablar porque esto no es First Dates ni estas son mis memorias póstumas. Pero les estaba hablando del médico. Lo primero que me pidió fue que le hiciera un resumen de mi estado de salud, lo que me contrarió un poco, pues al fin y al cabo el facultativo es él y está en mejor posición que yo para juzgar esas cosas. Pero le dije que no fumaba ni bebía alcohol desde hace tiempo, aunque evité mencionar que tampoco hago ejercicio (la última vez que lo hice me aconsejó que me apuntara a un gimnasio donde casi me matan). Él se alegró mucho de comprobar que me he decantado por la templanza. Le dije que también me había hecho una colonoscopia (estuve a punto de decir «colostomía»), así como exámenes regulares de próstata. Él me siguió felicitando, y debió de creérselo todo, porque me eximió de la temida «analítica» de diez folios con sus apocalípticos niveles de colesterol. Por último, le confesé que tomo tres pastillas a diario. «Tres de momento», me espetó con un gesto con el que parecía estar insinuando que pronto serán más. Y es muy cierto. La edad de los árboles se determina por el número de anillos del tronco. La edad de la gente (al menos en el mundo occidental), por la cantidad de medicación que consumimos. Sospecho que pronto cumpliré mi cuarta pastilla.

ARCHIVADO EN: Salud, Colesterol