Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Carta a Dámaso

24/08/2021

Se va a cumplir esta semana cuatro años desde que Dios te anunció para torear en ese ruedo infinito que es la Eternidad. Por aquí abajo, tu familia, tus amigos, tu Albacete, tu profesión, nadie, ninguno, te olvidamos. Dejaste una huella humana tan profunda que tu recuerdo en vez de apagarse se engrandece con el tiempo. Este sábado estuve con mi mujer en Los Prados, con Feli y tus hijos, también con tu yerno, el maestro Paco Ureña. El volumen de tu ausencia en tu familia, en la propia finca que levantaste con tanto esfuerzo y sacrificio por el toreo, es inmenso. Pero puedes estar tranquilo porque nos fuimos con la sensación de que la esperanza y la alegría de vivir han vuelto entre los tuyos. Esta semana vendrá a Los Prados tu nieto Tristán, pero pronto nueva vida ya encargada volverá a brotar por Los Prados, entre caballos, vacas y girasoles. A la mañana siguiente, me fui ante tu monumento. Este septiembre, volverán los toros a Albacete, aunque no haya feria. Ya sabes que por aquí abajo una vaca negra zahína de nombre Covid ha causado estragos y muchas muertes. El toreo, como todo, anda complicado. Los talibanes del integrismo animalista y los corifeos políticos que les secundan, unido a los graves problemas internos de la Fiesta que tan bien conoces, auguran un tiempo difícil para la tauromaquia. Lo último es una alcaldesa talibán del norte de España que se ha echado al monte de la incultura y del desprecio a las libertades, declarando que suprime por el artículo 33 la feria taurina de su ciudad. Pero no hay que rendirse. Es lo que nos has enseñado, Dámaso. Sabes que te tengo situado en mi galería particular de héroes. Cuando paso por una dificultad, acudo a los valores damasistas, que no son otros que actitud, humildad y entrega total. El irse ante el toro de la vida como tú hacías, Dámaso, con la muleta planchada, siempre adelantada, citando de frente, en corto y por derecho y con las zapatillas atornilladas. El 11 de septiembre, el día de tu cumpleaños, torea tu yerno Paco. Espero que se guarde un minuto de silencio en tu recuerdo. Tengo que acabar, por espacio, esta carta. Nadie muere mientras se le recuerda.