Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


2023

03/01/2023

Destetamos este 2023 con escasa ilusión a pesar de hacerlo como siempre: soñando con que sea el mejor año de nuestra vida. La alegría impostada de la Nochevieja y el tradicional resacón del primero de año contrasta con la tozudez de una realidad que se antoja poco próxima a burbujas, confetis de colores y brindis a la Luna. Aunque queramos pensar en que el recién nacido será mejor que sus tres predecesores, todo apunta a que seguiremos deambulando por nuestro particular desierto global durante los próximos 12 meses. Y lo peor es que no sabemos con certeza hacia dónde vamos. Esto es lo que pronostican todos los analistas económicos menos alguno más próximo al Gobierno que por cuestiones obvias parece ver más luz de la que las tinieblas dejan adivinar. Y bajo esta perspectiva poco halagüeña, durante este nuevo ciclo nos citaremos con las urnas. Y muy posiblemente no sólo con las locales y autonómicas. Todo apunta a que antes de que finalice este 2023 se nos llame a votar para decidir quiénes nos gobernarán en los próximos cuatro años. Y en dicha tesitura parece claro que será la situación económica, y la forma en la que nos araña al bolsillo, la que inclinará la balanza a derecha o a izquierda. Según los que más entienden la recesión nos acecha -aunque menos que a países más fuertes, pero con menos turistas que el nuestro- y eso inexorablemente agravará aún más a las dolidas cuentas domésticas de los españoles. Y es que parece que a un Sánchez erigido en una especie de Cid socialista -capaz de resistir pandemias, aguantar guerras vecinas o salir casi indemne de la devastación que causa una inflación salvaje y descontrolada- esto podría ser lo que pudiera ponerlo de patitas en la puerta de la Moncloa. Y mientras llega el momento de la verdad nos enfrentamos a unos meses electoralistas -oropel populista, derroche y efectismo- en los que todos los van a dar todo, y cuando decimos todo es todo, para que, en el caso de los gobernantes, seguir en el poder y en la oposición, auparse en esa misma latitud. Llegados a este preciso punto lo más que nos podría interesar es pensar, y repensar muy bien, a quiénes vamos a dar nuestros apoyos en un momento crucial de nuestra propia historia personal en el que parece que nada ya puede ir a peor. O sí.