Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Homenaje a Rubio

03/01/2023

Julián Rubio es una personalidad clave en la historia del Albacete Balompié. Y lo es, no sólo por haber sido uno de sus más extraordinarios jugadores, sino también por ser el entrenador que más partidos lo ha dirigido (Villaescusa cita 189 partidos). Desde su natal Montealegre del Castillo, llegó muy joven al Albacete para pasar al Onteniente y desde allí al Sevilla CF. Con un fútbol de filigrana, se ganó el corazón de la exigente afición de Nervión. Fue líder en aquel equipo de Cid Carriega junto a nombres míticos del sevillismo como SuperPaco, Gallego, Scotta, Bertoni, Jaén, Blanco o Biri-Biri. A Julián la prensa de entonces lo bautizó como el «cartero del fútbol», pues Rubio no mandaba el balón, sino que se lo llevaba y lo entregaba con un estilo desbordante. Julián fue un arquitecto del fútbol porque lo creaba y lo construía como pocos, escondiendo el esférico y driblando en un palmo de terreno. Esa clase superior iba acompañada de sacrificio, subiendo y bajando las áreas, manejando la bola con ambas piernas. A Rubio lo traspasaron al Barcelona en 1979, pero una grave lesión lo tuvo en la grada, y en un acto de generosidad, al recuperarse decidió venirse en 1981 a su Albacete Balompié, entonces de Tercera División. En ese tiempo, Julián bordó el fútbol. Especialmente aquella tarde del 26 de abril de 1981, en la que tras el soporífero partido del Atlético de Madrid contra el Osasuna, jugado en el Belmonte por cierre del Calderón, salió aquel Albacete de Tercera a jugar contra el modesto Almoradí. Rubio sabía que era el postre de un partido de primera y se puso la toga y el birrete de catedrático del balompié para dictar una lección magistral. En mi memoria vive como él solito se llevó a nueve jugadores del Almoradí al banderín del córner derecha de tribuna e hizo el pase de la muerte al área para que sietes jugadores del Albacete pensaran quien empujaba el balón a la red. Tras retirarse, entrenó muchas veces al Albacete, modernizándolo, subiéndolo a Segunda División, dirigiéndolo en Primera, ganándole al Madrid y siempre estando dispuesto cuando se le llamó. El Albacete Balompié, querido Víctor, que siempre estás sobre los detalles, le debe un homenaje personal a Rubio. Las flores, en vida.