Ser aficionado taurino es ser un tanto Quijote, ya que estamos rodeados de molinos a los que, al igual que el hidalgo caballero, vemos como gigantes, pero no lo son en realidad. Es, quizás, nuestro punto de locura el que hace que así los veamos, porque en realidad, el movimiento antitaurino ni es tan grande ni tan fuerte como se pinta. Es posible que, en nuestra andadura, estemos empeñados en dirimir batallas exteriores, cuando todos sabemos que la principal la tenemos dentro y que la ganaremos cuando impere la autocrítica en el mundo taurino. 
Entre cordura y locura, aparecen unos nuevos premios taurinos en la capital albacetense, promovidos por la plataforma También somos cultura, que ha tenido a bien bautizar estos galardones como Los Quijotes del toreo, que en su primera edición tendrá como acreedores al maestro José Gómez Cabañero, a Joaquín Coy, presidente de la plaza de toros, Gabriel Bernabé, conserje del coso albacetense, el político Rafael López Cabezuelo, el médico anestesista Jesús Cuesta y el crítico taurino Pedro Belmonte. 
El fin de estos trofeos, según indican los promotores, es poner en valor todos los años a personas que realizan su trabajo con la ilusión y diligencia que requiere la defensa de la fiesta de los toros. Conozco bien a todos los premios y, unos más realistas y otros más soñadores, todos son acreedores a los galardones de una inquieta y muy activa plataforma albacetense que, desde su nacimiento, cuando el sector taurino sufrió un castigo más a cuenta de la pandemia del coronavirus, es de las más activas en defensa de la fiesta. Por eso, los aficionados deberíamos premiarla a ella con El Quijote de honor.