Carmen Tomás

LA COLUMNA

Carmen Tomás

Escritora y periodista en información económica


Escrivá, a la caza de personas vulnerables

17/08/2022

Recuerdo perfectamente la rueda de prensa en la que el ministro de la Seguridad Social nos contó las maravillas del Ingreso Mínimo Vital. Tal era la euforia por la cantidad de datos de los que disponía que hasta 2,5 millones de personas lo iban a recibir en no mucho tiempo. Y para subir la apuesta, se atrevió a decir que en los siguientes meses medio millón de personas lo recibirían de oficio. Hoy, según cuenta Fernando H. Valls en "La Información.com" apenas lo reciben unas 500.000 personas. También conviene recordar que del dinero previsto para el IMV en los Presupuestos Generales del Estado del año pasado, se quedaron sin gastar más de 1.000 millones de euros. El fiasco es, a todas luces, monumental. El argumentario repetido hasta la saciedad de que este gobierno no iba a nadie va a dejar a nadie atrás resultó es eso un eslogan populista, un fake.

Obviamente, no es porque no haya gente que necesite ese ingreso de forma urgente. De hecho, las personas que necesitarían esa ayuda se han multiplicado. Las consecuencias que para las familias está teniendo la altísima inflación están a la luz de todos. Y, peor que se van a poner las cosas, como auguran los datos del mercado de trabajo de julio pasado y otros de confianza y consumo. La pérdida de puesto de trabajo y el troceamiento y mala calidad de los contratos se va a disparar, el recibo de la luz no da tregua, cuando además las personas vulnerables con bono social están en la tarifa más cara y más complicada de seguir.

Este Gobierno desacomplejado y deshilachado seguirá vendiéndonos que no para de tomar medidas, las mejores comparado con lo que hacen nuestros socios, aunque se vea cada día que los demás mejoran y nosotros empeoramos. Ahora se niegan a deflactar la tarifa del IRPF, cuando no se hace desde 2008, con la subida encubierta de impuestos que significa. Las ayudas tienen que recorrer tal laberinto burocrático que se quedan en papel mojado. Lo mismo que está pasando con los fondos europeos. Y todo ello, obviamente, se refleja en que aún no hemos recuperado los niveles prepandemia, la inflación es la más alta de los grandes países europeos, nuestro nivel de deuda y déficit da pavor y así podíamos seguir suma y sigue. Ahora nos toca sufrir con las medidas de ahorro energético. La hostelería y el comercio, en plena campaña turística, y después a partir de septiembre, veremos cómo se comportan y cuántos desgraciadamente se quedarán por el camino.

Se impone un gobierno dialogante que no imponga medidas, algunas absurdas, pero que lastrarán aún más nuestro crecimiento y pondrá en jaque el empleo, la mayor lacra de este país, cuyo paro sigue doblando la media europea. El Gobierno ha cerrado por vacaciones dejando a empresas y hogares horrorizados por lo que ya está pasando y lo que pueda venir. Lo peor es que no parece que haya intención de que hagan algún sacrificio, reduzcan la elefantiásica Administración central y Gobierno, cuando la presión del gasto público es una de las importantes razones de nuestra elevada inflación.