Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Evaristo

13/03/2021

Se nos ha muerto Evaristo a la familia del gimnasio. Yo fui de los últimos en llegar al Palas y todavía estoy resistiéndome a irme. Aunque llegué tarde (o no tanto) me cundió mucho. Fue muy generoso. Y un caballero de los de antes. Me corrigió defectos y me enseñó a jugar al raquetbol. Nos veíamos todos los días -mañana y tarde, éramos más que un gimnasio- y nos asombraba su vitalidad y fortaleza, ese trato cálido y viril del vestuario, su rutina deportiva, como sus consejos     -apuraba un detalle, asentía si eras constante y te reconvenía de modo amable-. Evaristo siempre fue elegante. La elegancia en el hombre significa mucho: es un modo de ser educado y cordial, indulgente con las faltas de otros (las mías) y siempre atento al saludo, su mirar de frente y erguido y su sonrisa franca. Todas estas cosas son las que perpetúan el recuerdo por siempre de algunas (muy pocas) personas y que ya te acompañarán, se hacen muy presentes al estar con los amigos del gimnasio, también a solas, por una u otra razón -eso importa poco, importa su compañía-. Evaristo nos acompañó en vida -yo tuve suerte y me honró asistiendo a la presentación de un libro o a una conferencia; algo que hacía porque te consideraba amigo y porque sabía que le tenías ley-. Era un hombre de palabra -decir esto hoy es decir mucho-. Disentíamos en cuestiones de detalle (y en ocasiones en asuntos de mayor cuantía) pero Evaristo sabía que, ante todo, le guardábamos respeto. El respeto que le teníamos -y que le tenemos- procuró que personas muy distintas, que lo admirábamos, hiciéramos amistad en su cercanía, tuviéramos algo en común, y ese algo era lo bien que se estaba cerca de Evaristo -y se estaba bien, no le vi nunca apesadumbrado o vencido por los instantes severos y la vara alta del vivir, era de un optimismo en rigor veraz y muy templado-. Y no escribo esto sólo por rendir homenaje a un hombre de una pieza que te deja como una raspadura en tu interior. La verdad es que escribo hoy de Evaristo para sentirme mejor, pidiéndole que no se vaya nunca del todo y que siga presente como hasta hace unos días. Nos hizo mejores personas. Evaristo Cantos Jiménez.