Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Repoblación y vida

12/05/2021

Antes de la gran pandemia, hubo un  momento en el  algunos temas comenzaron a ocupar un lugar destacado en la agenda pública. Uno de ellos fue el de la España Vaciada. De repente nos dimos cuenta que nuestro país estaba muy mal repartido en lo que a la distribución de la población se refiere. Un desastre a punto de llegar a un punto sin retorno. Algo así como que el treinta por ciento del territorio nacional concentra al noventa por ciento de la población. Increíble pero cierto, y en Castilla-La Mancha lo sabemos muy bien. No hay más que mirar lo que sucede en la Serranía Celtibérica, por ejemplo, la llamada Laponia del Sur de Europa cuyo territorio está en gran medida en nuestra región, aunque no solamente.
El problema de la despoblación trasciende el marco autonómico porque algunas de los puntos negros aquejados por este mal son grandes comarcas compartidas por varias comunidades autónomas, pero esto no quiere decir que no se pueda hacer nada desde las administraciones autonómicas, es más, es una obligación urgente.  Por eso la  ley contra la despoblación en CLM, aprobada en las Cortes Regionales, es un paso de grandes dimensiones, y además es pionera en España y transversal, apoyada por todos los partidos políticos y los agentes sociales. Algo raro en los tiempos que corren.
En la radio pública de Castilla-La Mancha se emite desde el pasado mes de septiembre el programa Castilla-La Mancha Llena de Vida, que tengo el placer de conducir.  Es un programa que se nutre del mismo espíritu de la ley: pionero y transversal, para dar voz a las zonas más despobladas de nuestra región, a la vez que se convierte en un servicio y altavoz para toda la España Vaciada, tan llena de problemas como de  creatividad para resurgir. Durante estos meses hemos hablado de la ley, y también de otras muchas historias vitales que sirven de guía para todos aquellos que se han planteado o se están planteando llenar de vida con sus iniciativas y sus emprendimientos nuestros pequeños pueblos.
La ley será un marco de actuación, un paraguas sobre que implementar medidas que deben ser audaces para revertir una situación preocupante. La lucha será dura, incluso quijotesca, a largo plazo, pero es ineludible si queremos que nuestro territorio no se vea aquejado por un mal endémico e incurable que lastre por completo su futuro. Que Castilla-La Mancha tome la iniciativa dando un paso hacia delante es ya una buena noticia, que ese paso haya sido unánime en  un tiempo de polarización extrema es un cierto alivio que aún puede generar algún tipo de esperanza en circunstancias críticas en las que se necesitan pactos transversales casi como el aire que respiramos.
La Covid-19 ha sido, paradojicamante, un estímulo para la repoblación. Miles de personas han abandonado sus ciudades en este tiempo para irse a desarrollar sus vidas profesionales a los pueblos. En muchas ocasiones un cambio facilitado por la extensión del teletrabajo, que permite seguir haciendo la misma actividad desde casa; y a veces, desgraciadamente, empujados por una situación de paro que obliga a abrir nuevos horizontes. De todo ha habido, y la gran incógnita ahora es saber si el cambio será duradero. Por eso es de gran importancia que justo en este momento se abra el paraguas legal que facilite la repoblación y la vida.
En los próximos años lo rural adquirirá una dimensión espectacular, junto con otras corrientes predominantes como el feminismo, es más, la mujer y el mundo rural serán dos vectores que canalizarán cambios profundos. Por eso prácticamente nadie lo mira de perfil o lo rechaza de plano, poniendo, eso sí, los enfoques o los matices que se quieran añadir desde cada ideología. Antes del Covid19, hace poco más de dos años, la revuelta de la España Vaciada colocó en la agenda la problemática de la despoblación. Ahora, leyes como la aprobada por unanimidad en las Cortes de Castilla-La Mancha, comienzan a hacer legal lo que en el mundo rural es un clamor. El camino no ha hecho más que comenzar, veremos donde nos lleva, no es fácil, ni se podrán ver resultados a corto plazo. Quizá tengamos que esperar del orden de diez años para saber si lo que se inicia ahora da sus frutos y podemos decir en algún momento a pulmón lleno que la desgracia de la despoblación al menos se ha revertido y la repoblación ha iniciado un camino ascendente.