Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Democracia y populismo

10/11/2022

La democracia no es perfecta ya lo sabemos, pero no es menos cierto que la más defectuosa democracia siempre será mejor que el más imperfecto populismo y más si ese populismo se utiliza como arma arrojadiza contra la propia democracia. Pese a ello, estamos ante un verdadero auge del peor de los populismos basado en minar la credibilidad democrática desde su base, cual es cuestionar la limpieza y transparencia de las elecciones y la validez del ejercicio del voto. Primero sería Trump como artífice y cómplice necesario para que se llevara a efecto aquel asalto al Capitolio -lo que podría calificarse de fantochada de no haberse saldado hasta con víctimas mortales- con tal de seguir negando su derrota electoral; ahora, ha sido Bolsonaro quien ha alentado a sus seguidores para poner en tela de juicio el resultado de las elecciones presidenciales brasileñas con alborotos y protestas masivas y hasta con una indisimulada petición al ejército para que interviniera dando un golpe militar. Siendo innegable que estos ejemplos de malos perdedores envueltos en el populismo más chirriante y ruidoso están en su derecho de protestar por aquello que les parezca, precisamente un derecho que les asiste gracias a la democracia, por eso es tan peligroso el ejercicio de cinismo político que ejercen con su populismo atacando la esencia propia de la democracia: el voto de los ciudadanos. Y en España algo vamos sabiendo ya de esto, de deslegitimar los resultados de unas elecciones. Desde la primera victoria de Sánchez, la derecha política y mediática, la ultra y la menos ultra, ha intentado a sangre y fuego sellar de ilegítimo y espurio al actual Gobierno. Y tampoco es eso.