Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Confusión

16/09/2022

En neurología se habla del «síndrome confusional», que consiste en una alteración más o menos momentánea de las capacidades cognitivas, y suele estar asociado con los estados de demencia que se presentan a edades avanzadas. Eso dicen los médicos, pero hoy en día el mundo se ha vuelto tan desconcertante, a la par que desalentador, que la confusión es un estado frecuente a edades mucho más tempranas. El lunes, sin ir más lejos, yo experimenté este síndrome en varias ocasiones a lo largo de la mañana. Venía ya tocado desde las fechas anteriores, primero por el fallecimiento de la reina Isabel II, y no porque uno sea especialmente monárquico, sino por la constatación de que los boomers nos estamos quedando sin personajes de referencia, vale decir que nos estamos quedando huérfanos. Luego me entero de que se había muerto Javier Marías, que durante bastante tiempo fue uno de mis novelistas de cabecera (sería de mal gusto explicar ahora por qué dejó de serlo). Y por fin llegó el lunes, que fue el día el primer día en que los alumnos acudieron a las aulas. Durante los primeros días de septiembre los colegios e institutos habían sido lugares amables, escenarios propicios para la conversación entre colegas y el trabajo organizativo y burocrático. De repente, apareció ese monstruo de mil bocas que se conoce como alumnado y todo cambió. Una vez más descubrí lo difícil que es captar su atención, lo penoso que resulta intentar exponer hasta lo más sencillo con un fondo sonoro constante de risas y de conversaciones en voz alta, por no hablar de las expresiones de fastidio o de indiferencia. Hasta que en cierto momento me asaltó el «síndrome confusional», que no tiene nada que ver con el filósofo chino Confucio (quien predicó la paz y la armonía universales), sino con una sensación de aturdimiento, frustración y ansiedad que lo lleva a uno a preguntarse «¿y yo qué cojones estoy haciendo aquí?».