España se encuentra en un momento clave para definir su presente y su futuro. La crisis sanitaria y su derivada económica no tienen al país en su mejor momento, ya que a nivel de sanidad los rebrotes aumentan y vamos hacia una segunda oleada, mientras que a nivel de economía somos el país europeo con más porcentaje de parados y en el que más cayó el PIB durante la actual crisis. 
Pintan bastos y es el momento de separar el grano de la paja, de que los partidos políticos y sus dirigentes sepan distinguir entre lo esencial y valioso y lo accesorio e inútil. En el horizonte más cercano aparece una cuestión clave, que son los Presupuestos Generales del Estado, algo que debe preocupar y ocupar a nuestros políticos, dejando al margen la paja de si monarquía o república.
El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ya sabe que su Gobierno de retales se cose por un lado y se descose por otro, porque si habla con Ciudadanos se le enfado su socio ERC y si no cede ante el PNV, estos se molestan y dicen que no van al encuentro de presidentes. Eso lo vemos todos los españoles y, lo que es peor, lo ven fuera de nuestras fronteras.
Sánchez sabe que las concesiones europeas conllevan un peaje y que lo mejor que puede hacer es ponerse en conversación con el líder de la oposición, el popular Pablo Casado, en busca de un pacto de Estado que a él le permita sacar los Presupuestos adelantes y a todo el país levantar cabeza, porque eso también se vería fuera de nuestra piel de toro y tendría repercusiones económicas.
Le tocará ceder a todas las partes, pero mejor antes que después, que cada día que tachamos en el calendario es un paso atrás.