Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Comandante Berjillos

22/05/2021

Recién vueltos de Afganistán, la comandante Berjillos, resume su maduración como soldados: el sacrificio y el sentido del deber. El deber siempre nace de un mandato -en el caso de la milicia, la constitución- y ya se precisa y orla en la calidad humana, por cuanto el deber es siempre la alta moralidad de lo público, y el deber no sólo es cumplimiento, también es respeto al mismo deber, «grande y sublime nombre», así lo atestiguó el gigante prusiano de Königsberg. El cumplimiento y respeto al sentido del deber se escenifica en la liturgia militar y en la rendición de honores -arma presentada e himno nacional completo para la bandera nacional- y como toda liturgia religa a los altos valores de la patria, que no son otros que los enumerados en el preámbulo de la Constitución que nos dimos todos. Conviene, en ocasiones, no perder la perspectiva (ni la preceptiva) que ha recordado la comandante Berjillos: un centenar de militares dieron su vida como un deber y la dieron por el bienestar de usted y por el mío -volvieron antes que Berjillos- y la dieron perdiéndolo todo, excepto el respeto por el propio deber, algo que merece nuestra entereza y nos hace partícipes del amor a la patria -algo que recordaba como un patrimonio común Alfonso Guerra en entrevista formidable muy reciente-. El deber, frecuentemente, apellida el trabajo de peligro -de ahí el sacrificio- y esta realidad, resumida en ese cuadro de nuestros soldados vueltos de Afganistán, no siempre es recibida con la justicia que merece. La comandante Ángela Berjillos limpiaba de artefactos las carreteras (vio morir a un compañero desactivando un explosivo) y en los momentos de mayor tensión apelaba a la responsabilidad y al compañerismo -daba por hecho el deber asumido y el sacrificio-. Hace unos días la justicia (lo diré mejor, el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Lérida) aceptó la medida cautelar reclamada por la Abogacía del Estado, readmitiendo al Ejército en el salón FormaOcupa, recordando que el mantenimiento de la paz o aseguramiento y protección de zonas de guerra, es indiscutible en la tropa -algo que desconoce, de propósito, la organización del salón- y ha de ser, de suyo, título bastante para la Feria de Lérida. Nuestra gratitud a la comandante Berjillos. Gratifica y refresca.