Ya no sé de qué va esto. Al fin y al cabo en cuestión de saberes no creo que sea pariente, ni quiera lejano, del sabio Salomón. Tengo una empanada mental que tiembla el basto. ¿Quién me compra un lío?, podría ser el titulo de la película que estamos viviendo. Hoy nos hablan como si la pandemia que nos asola estuviera dando las últimas boqueadas, porque hay un capazo de vacunas capaces de acabar con el virus que nos tiene contras las cuerdas. Pero al día siguiente «mutis y a la gavia» y suma y sigue la rumorología para colocarnos los datos, con los que interesa alegrarnos las pajarillas o asustarnos, según convenga a ciertos intereses políticos. De momento, con lo que se está ahorrando en jubilaciones, debido a la debacle que se ha cernido sobre los que pasamos de 65 años, se podrían redondear los tan traídos y llevados presupuestos. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
Hay que estar ojo avizor y no perder de vista la profusión de vacunas que se nos anuncian, porque dada la catadura de esta generación de políticos que padece el mundo occidental, y la cantidad de millones de dólares y de euros que se moverán en el asunto, es de temer un mercado negro de no te menees, porque cada país pugnara por colocarnos la suya y el premio a la elección no serán precisamente globos ni balones de reglamento para que los chicos jueguen al fútbol en la era. 
No seremos más explícitos con lo que cabe maliciarse, pero la campaña contra el «ungüento canutillo» de los yanquis es de mucho calado, dados los 80 grados bajo cero a que se deberá mantener. Circulan rumores en favor de la inglesa y de la soviética. Habrá que poner atención a los chalets que se vendan en los próximos meses. Y en los que los compran. ¡Vaya tropa!...