Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Legorburo se hunde

16/02/2021

La vieja ferretería de Legorburo, enclavada en el colosal y racionalista edificio del mismo nombre, se está hundiendo. Allí también estuvo el mítico estudio fotográfico de Belda. A Legorburo se entraba por el chaflán que da a la llamada Cuatro esquinas, donde confluyen las calles Mayor y Ancha. Por cierto, fue don Tono (Antonio Molina), quien en la añorada La Voz de Albacete, popularizó una sección muy leída: Las Cuatro esquinas. El interior de la ferretería alberga, a pesar de más de 20 años cerrada, una joya de ese patrimonio popular arrasado que fueron las tiendas del viejo Albacete. Tengo grabado en mi memoria desde el olor a gas de sus estufas hasta aquellas bellísimas estanterías de madera con cajoneras, donde guardaban desde clavos hasta alcayatas. Tras los mostradores de caoba, te atendían enfundados en verde gabán los Pedro Landete, Medina, Simarro o Valverde. Al fondo, se adivinaba esa elegante y larga escalera en mármol, con pasamanos en cobre que todos los días limpiaba la cajera Anita, y que te subía a la planta superior donde estaba el menaje de lujo. «Si no está en Legorburo, no existe», era su eficaz lema comercial. Es tal su armoniosa representación del comercio del siglo XX, que nuestro paisano Gómez Redondo localizó en 1974 y en su interior, escenas del episodio En provincia de Cuentos y Leyendas de TVE. Su puerta era también punto de encuentro popular. Allí, colocaba su tenderete el gran Pepe Puntapuros, vendiendo cigarros sueltos, caramelos y pipas a granel en papel de cucurucho, con truco de pillo (me comenta Pacote), para que una parte se volcara de nuevo en el tenderete. Los domingos íbamos a la puerta de Legorburo a comprar la hoja deportiva El Penalty, donde en un folio conocíamos los resultados del Albacete y los rivales. «Eh, oiga, ha salido el Penalty», gritaba el vendedor en la fría tarde. Lleva muchos años cerrado Legorburo y se ha permitido su ruina. Espero que no ocurra como aquel Teatro Vidal de 1880 que albergaba intacto el despacho de butano de esa misma familia en la calle de Ricardo Castro. Lo denunciamos en 2007 y se aceleró, con permiso municipal, su derrumbe para viviendas, tapando una vergüenza más. Aún estamos a tiempo. Legorburo sigue en pie.