José Fidel López

José Fidel López


El abrazo

24/12/2020

Era inevitable. Me refiero a los abrazos. El Covid-19 nos privó de ellos, pero llegados a este punto, las fiestas navideñas, y tras meses de exilio involuntario y excesivo, las familias y amigos que se reencuentran en aeropuertos, estaciones de tren... no pueden eludir darse un abrazo como símbolo del amor que se profesan, como muestra de cobijo sentimental. El coronavirus no solo nos robó a seres queridos y cercanos y nos arrebató buenas dosis de salud, amén de arruinarnos y generar una crisis social que ya veremos; también quiso hacernos insensibles y ariscos. Abrazos rotos, que al fin y al cabo son los que no nos hemos podido dar. Pero la televisión nos regala imágenes de gentes achuchándose. ¿Quién nos lo iba a decir, hace un año, que al abrazarnos estaríamos cometiendo casi, casi un delito? El Covid-19, ese virus camaleónico, cobarde y asesino, nos duele en el corazón y se sentará esta noche a la mesa de las familias de España, perdón, burbujas, reuniones casi VIP en la que el coronavirus hace de portero macarra. Ahora entiendo, y cada vez más, cuando nuestros mayores, en especial madres y abuelas, derrochaban pasión a la hora de mostrar su afecto, su apego. Esos abrazos eternos y sólidos y esos besos sempiternos que rompían la barrera del sonido, los echamos de menos desde hace meses, una eternidad. Pero más en Navidad. Más esta noche. Más, mañana. Qué difícil se nos hará.
Aministía Internacional hizo de El abrazo, del maestro Juan Genovés, uno de sus emblemas, como lo fue de la propia transición española. Y es que un abrazo representa tanto. Lo es todo. Feliz Navidad.