Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


En la calle Sigüenza

25/12/2020

Leo que la primera vacuna de España la van a poner en la Calle Sigüenza, en la residencia Los Olmos de Guadalajara. Muy cerca de allí vivían algunos de los mejores amigos de mi infancia y, a pocas calles, en otra residencia, está ingresada mi abuela desde hace ya varios años.
Como conozco bien la zona y como algo entiendo también de la política madrileña, estoy seguro de por qué han elegido Guadalajara y de por qué han elegido la calle Sigüenza para un acto de propaganda tan redondo como es la vacunación de un paciente cero en medio de una pandemia. Lo han hecho porque está fuera de Madrid pero lo suficientemente cerca de Madrid como para que ir a hacerse unas fotos no se convierta en un incómodo viaje en plena Navidad.
«La elección de Guadalajara no es casual. Pretende simbolizar la máxima de que la vacuna llega a todas las comunidades de España...», decía una fuente del Gobierno en declaraciones a un diario esta semana. Es una metáfora de lo que es Guadalajara para Madrid y para la política española. Un lugar tan remoto como el último condado del pirineo aragonés a pesar de estar a media hora de Barajas.
Con los mismos criterios de cercanía podrían haber elegido Toledo, o Segovia, pero se han decantado por Guadalajara. Cabría aventurar que por afinidades políticas o, más probablemente, porque Guadalajara no tiene identidad cantonal y porque si le preguntas a un madrileño que la represente con un símbolo o un dibujo, lo más normal es que no sepa qué pintar. Guadalajara no tiene un centro histórico Patrimonio de la Humanidad, ni un acueducto, ni prácticamente nada. Que por otra parte es la mejor manera de representar a toda España.
La ciudad de Guadalajara es por otra parte un buen ejemplo del sueño español: un lugar donde hoy se vive muy bien, que está lleno de parques, con tasas de empleo aceptables y donde la vida transcurre sin sobresaltos. A mí, que nunca me ha entusiasmado, cada día me gusta más.