La celebración del Día de la Región la semana pasada en Castilla-La Mancha estuvo adornada con tarta de encuestas por parte de los dos partidos mayoritarios de la región. Cada uno de ellos encendió las velitas de su propia tarta y sopló sobre ellas con el viento en dirección a donde más le convenía. Nada que nos pudiera sorprender, pues si en algo se parecen los militares a los políticos es lo que les gusta el zafarrancho de los simulacros: unos, cuando no hay guerra, hacen maniobras y los otros maniobran con las encuestas como si hubiera elecciones. En cualquiera de los casos no hay tiempos de paz.
PSOE y PP se envolvieron en la Fiesta de la Comunidad de las banderas de sus formaciones a poco menos de un año vista de esas futuras elecciones y se entretuvieron y nos entretuvieron con la guinda de las encuestas, que, según cada cual, manejan a favor de sus intereses que, como los resultados anunciados, son muy dispares. Por eso, mientras los socialistas anuncian la solidez de García-Page para una nueva reelección al frente de la Junta, los populares venden a Paco Núñez como futuro inquilino del palacio de Fuensalida, eso sí con una ayudita de Vox para subir sus históricos escalones por los que es difícil que vuelva a trepar Ciudadanos, al borde de la extinción ya sea en una encuesta o la otra. Esa es la mayor coincidencia entre ambos sondeos; de hecho casi la única, pues todo lo demás demuestra que, por lo visto, son muy diferentes los ciudadanos preguntados por los investigadores demoscópicos, tan distintos como sus respuestas ante unas elecciones todavía muy lejanas frente a las preocupaciones presentes de los futuros electores.