Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


El lunes más triste del año

22/01/2021

Hemos dejado atrás el lunes más triste del año y ni nos hemos enterado, quizás porque en la era del coronavirus todos los días son tristes. O todos los días son lunes, lo mismo da. Salimos a la calle y la mascarilla hace que se nos empañen las gafas y que el mundo pierda solidez. Pero el ánimo ya lo notamos empañado desde el momento en que suena el despertador. Hay ciegos que esperan con impaciencia el momento de irse a dormir porque afirman que mientras sueñan recuperan la vista. Ahora todos tenemos algo de ciegos, y hasta los más noctámbulos se acuestan temprano para quedarse dormidos cuanto antes, porque incluso el sueño más extraño nos parece preferible a estar despiertos. El confinamiento del año pasado, aquella sucesión interminable de «coronadías», nos convirtió en criaturas de puertas adentro, en macilentas plantas de interior. Después vino el verano y salimos a la calle cegados por el sol y sorprendidos de que todavía existiera un mundo sin techos ni paredes. Quisimos creer en que la nueva normalidad se parecía mucho a la vida de antes y que todo iba a quedar restaurado, que era solo cuestión de tiempo. Ha hecho falta la llegada de este lunes de mediados de enero para sacarnos de nuestro error. La nueva normalidad consiste en este Blue Monday de parques vacíos y hospitales repletos, en caras cubiertas por mascarillas, en gafas empañadas y en almas empañadas. Y ni siquiera podemos acudir al socorrido «mañana será otro día», porque mañana todo será igual, y también pasado mañana. Nos queda la tregua de los sueños, pero todo el que duerme está condenado a despertar, y no hay sensación peor que la de abrir los ojos y recordar que es lunes, el lunes más triste del año.

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