Elena Serrallé

Elena Serrallé


Miguel no ha muerto. Miguel se ha suicidado

25/05/2022

¿Te enteraste de lo de Miguel? Me pregunta la voz de mi buen amigo Juan, guardia civil. ¿Qué le ha pasado a Miguel? Respondo yo a la gallega. Se suicidó hace dos días. Permanezco callada, poniendo toda mi energía en intentar dibujar su rostro de 24 años en mi mente. Lo consigo a duras penas, intentando focalizar una lente que tiembla por la impresión. Su mirada, me mira su mirada. Juan se afana por facilitarme una información detallada de los hechos pero yo ya no le escucho, mis oídos viajan al pasado, a ese instante en que aquel chico guapo me contaba su historia de madrugada en un cuartel, mientras permanecía detenido y le leían los derechos en mi presencia. De eso hace una semana. Y ya no está. 
Y se rindió y no pudo más. Y se cansó de remar en la dirección contraria, buscando arribar a ese lugar donde se quiere y se necesita estar para sentirse bien, tranquilo, cómodo. Y se fue, acorralado, muerto de miedo y con la sensación de haber perdido. Nadie le supo ofrecer respuestas a sus preguntas.
Miguel no ha muerto, Miguel se ha suicidado. Nos sigue costando nombrar una realidad que pasa cada día, a cada hora. Debemos hablar abiertamente del suicidio porque lo que no se nombra, lo que no se verbaliza, no existe.
Es un despropósito que pidas ayuda a la sanidad pública y te citen para dentro de seis meses. Demasiada demanda para tan pocos profesionales.
El sistema que alberga el suicidio como la primera causa de muerte entre los jóvenes es un sistema fracasado. Es un sistema que falla.