Elena Serrallé

Elena Serrallé


El talento clandestino

21/10/2020

La fecha elegida es el lunes más cercano a la festividad de Santa Teresa de Jesús, que tiene la reserva en el calendario cada 15 de octubre. De ese modo, el pasado lunes 19 se conmemoró el día de las mujeres escritoras.
Leí hace tiempo una reflexión de Joseph Kapone que dice que «una mujer que lee es peligrosa, pero una mujer que escribe es una bomba atómica» y en cierto modo me molestó. Me molestó el adjetivo que avisa del peligro. Desde mi humilde opinión, bien podría haber empleado el de poderosa, fuerte, inteligente, y no tildar con ese matiz negativo tan apasionante afición si se trata de mujeres, chicas o niñas. De ahí a tacharnos de brujas hay un suspiro. Indignante.
Quiero homenajear con estas líneas a todo el talento femenino literario que quedó en la sombra, que se perdió por el camino de la historia de la humanidad, que fue censurado, mutilado, silenciado, arrinconado, amordazado y secuestrado, suspendido y maldito, que nunca vio la luz y, si lo hizo, tuvo que prostituirse y ser rubricado por un nombre de varón. No, no y mil veces no. Nada tenían de peligrosas aquellas nobles escritoras que relataban escondidas. Brillantes mentes condenadas a la clandestinidad. Otra barbaridad más.
Puesta a elegir, me quedo con la frase de la escritora, profesora y filósofa Simone de Beauvoir, quien pronunció que «no te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe...de una mujer así, jamás se regresa». Brindo por ellas. Brindo por todas.